CENTA REK
Bolivia comienza a atravesar, una vez más, un proceso de electoralización temprana de su agenda pública, lo que conlleva una serie de inconvenientes, porque se deja de lado el tratamiento y análisis de temas fundamentales como salud, educación, medioambiente, avasallamientos y asentamientos en predios de las áreas protegidas y privadas, crisis económica, subvención a los hidrocarburos y otros que hacen a la estabilidad económica y social del país en un futuro inmediato.
Una de las primeras consecuencias de una electoralización temprana de la agenda pública es que la misma arrastra en el mismo carro y por el mismo despeñadero a la oposición y a la sociedad en su conjunto. Las pugnas internas en el Movimiento Al Socialismo (MAS), para definir anticipadamente el nombre de su candidato para las elecciones generales de 2025, han atraído a la oposición a participar de ese fraccionamiento, ya que también comienzan a barajarse nombres para encabezar la campaña pre y post 2025.
Esto deriva en una clase política sin un norte, que solo aspira a una victoria a corto plazo.
El fenómeno de la electoralización temprana es propia de los gobiernos populistas, es una forma de hacer política a través del discurso demagógico utilizado para construir hegemonía en lo inmediato; en definitiva, es una degeneración de la democracia, que utiliza el soporte popular y que permite que todos los sectores terminen involucrados y arrastrados a ese juego perverso de dejar de lado lo importante frente al discurso electoral invasivo y permanente.
La electoralización temprana tiene entre sus mecanismos la descalificación, el amedrentamiento y la persecución de los líderes cívicos y políticos de oposición; el desprecio por confrontar las ideas, la imposición de ideas fuerza a través de la inmediatez de las redes sociales; también genera la anulación de los otros a través de la judicialización de la política invalidando toda capacidad de defensa.
La electoralizacion fabrica out siders peligrosos y también usa y crea partidos políticos vigentados o mantenidos solo para ese fin y que terminan cayendo en ese juego antidemocrático.
Sensiblemente, el debate político en Bolivia está silenciado en medio de las grescas electoralistas, donde por antonomasia debiera desarrollarse el debate se instala la confrontación estéril y creada con el único fin de destruir al contendor y totalmente ajena a los problemas estructurales del país.
Dentro de este clima los medios de comunicación son vehículo y eco de esta permanente campaña electoral que se traduce en una contienda política que mira hacia el 2025 de espalda al presente.
La oposición centrada en la misma actitud, deriva sus acciones en guerra sucia permanente, sin gestión y sin tregua; el tablero es permanente sacudido bajo la sospecha del rédito que pueda sacar uno u otro líder.
Solo respiramos campañas de desprestigio, sin acciones ni gestiones públicas, situación que nos conduce a una fragmentación total de la política en Bolivia porque cada quien se cree como un posible candidato para acceder a la cosa pública, así sea como contraparte ineficiente y servil del poder de turno.
Penosamente también la oposición está enfrascada en una lucha sin tregua contra sí misma, situación responsable de la inestabilidad permanente que agobia hoy por hoy al mundo político e institucional.
Esta falta de coherencia, esta forma de ver el panorama político como mero espacio de conveniencia para ser actores fortuitos con la finalidad de medrar del poder nacional y regional es un juego irresponsable con los destinos de nuestro país.
¡Es un juego perverso que busca todos los días a quién crucificar y luego se enfrasca en cómo repartirse los despojos del país que está siendo crucificado!
¡Quo Vadis, Bolivia!
CENTA REK
Senadora por Santa Cruz
*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21