La mezquindad alcanza límites inimaginables cuando se habla de políticos tozudos y sus grandes ideas para “descifrar” la crisis sin reconocerla como tal y simultáneamente proyectan una campaña en base a los logros económicos y sociales que son evidentes tras cinco años de gestión.
En ese plano es que se decidió prohibir las exportaciones a los productores de carne con el objetivo de garantizar la provisión en el mercado interno. Sorpresa, la idea no está funcionando.
Más allá de la discusión moral sobre decidir sobre la producción de un tercero que arriesga su propio capital para generar lucro generando empleo e inversiones, en el camino e imponer condiciones para que este haga uso de sus legítimos derechos, espanta percatarse que no existe esperanza alguna para que los políticos en mando reconozcan algunas leyes elementales de la economía. En respuesta, se aferran a estrangular la exportación del oriente sin comprender que los precios elevados son solo una señal de que la producción es insuficiente; por ende, un mayor nivel de producción y la expectativa futura de potenciales nuevos mercados permiten que los ganaderos incrementen sus actuales niveles de producción. Tan sencillo como que el equipo de políticos en sus escritorios mantengan sus manos en los bolsillos y no se interpongan aún más en la economía del país.
Sin embargo, estas agresiones tienen una larga data, en la que el Estado boliviano, ha tratado de aplacar y contener el poder económico de Santa Cruz a través de las cadenas del centralismo. Fue Ñuflo de Chavez quien se resistiera a aplicar los mandatos de la Corona Española, es justo esperar que los cruceños de hoy heredarán esa rebeldía. El centralismo es una camisa de fuerza que ha adormecido a varias regiones imponiendo una sola visión, unidireccional que apunta hacia donde la clase política encumbrada considere conveniente. Los apóstoles del centralismo restriegan a Santa Cruz las millonarias inversiones que el Estado boliviano dirigió hacia sus tierras a partir del plan Bohan sugerido por los Estados Unidos, sin embargo esta reprimenda simplifica lo complicado que el desarrollo económico puede llegar a ser.
El sur del país es la muestra de la decadencia de un esquema político administrativo totalmente ineficiente, que ha desperdiciado reiteradas oportunidades para marcar la diferencia cediendo su autodeterminación a los designios del Palacio. Renunciando voluntariamente a su autonomía para sucumbir a la certeza de lo marginal, su inmadurez política conjugada con su noción de conveniencia y bienestar: todo a través del centralismo, nada fuera del centralismo.
El mito alrededor de los Recursos Naturales ha sido el conjuro con el que el Centralismo a dominado a las regiones como Potosí, Chuquisaca y Tarija. Unos con minerales y otros con gas natural lo cierto es que el mayor beneficiado de su explotación siempre ha sido el Gobierno y no así los territorios, a pesar de ello fueron los primeros promotores de este tipo de proyectos e incluso así malgastaron regalías e impuestos especiales que se les transfirieron en replicar el mismo sistema pero esta vez a nivel subnacional.
La lógica de planificar el desarrollo de forma remota y prescindir absolutamente de cualquier otra información que no venga de las “estadísticas oficiales” y los planes institucionales no solo es una quimera sino también una charada entre burócratas que intentan encontrar la llave al desarrollo para cada territorio haciendo uso de los recursos de los contribuyentes.
Santa Cruz no es resultado de la genialidad de un grupo de burócratas, o un gobierno en particular. Su desarrollo ha sido un proceso progresivo de prueba y ensayo a partir de la creatividad e inventiva de cada ciudadano, saberse responsables de su propio destino los ha liberado de las falsas promesas con las que el centralismo a sentenciado a 3 regiones en el sur (los datos del Censo 2024 así lo señalan). La libre asociación de sus ciudadanos llevo a la creación de cooperativas para dotar de servicios básicos, atraer inversiones extranjeras a través de la pericia de sus empresarios e industriales visionarios que consideraron iniciar la aventura de una feria internacional que al día de hoy se ha institucionalizado como el evento económico comercial más importante del país, nuevamente sin que esta idea saliera de los resquicios mentales del político de moda.
En palabras de Carlos Valverde Bravo, periodista cruceño. “En los próximos 50 años probablemente este país no tenga a Santa Cruz entre sus filas”… “no si eso sea malo porque el Occidente sera siendo un excelente cliente nuestro”, no es una apología al separatismo sino un sentimiento acumulado producto de la acción deliberada del Centralismo. Un modelo paralelo de desarrollo que no gira alrededor del Estado sin duda pone a la defensiva a toda la clase política que usufructúa de la ingenuidad y necesidad de los votantes. Quitar al intermediario del camino y apostar por el emprendimiento privado es una mejor alternativa que continuar dando tumbos en la oscuridad del Centralismo que solamente beneficia al poder incapaz de reproducir la riqueza más bien parasitando a los verdaderos generadores de esta.
- CARLOS ARMANDO CARDOZO LOZADA
- Economista, Máster en Desarrollo Sostenible y Cambio Climático, Presidente de la Fundación Lozanía
- *NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21