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CARLOS MANUEL LEDEZMA
Cuentan las crónicas del 1 de septiembre de 1939, que la “Wehrmacht” alemana invadía Polonia, marcando el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Los “Panzer” (acorazados) alemanes atacaron las defensas polacas a lo largo de la frontera y avanzaron rumbo a Varsovia. Esta agresión precipitó la declaratoria de guerra por parte de Francia y Gran Bretaña, aliados de Polonia, aun cuando ninguna de estas facciones se encontraba preparada para librar un conflicto armado contra la Alemania nazi. Dentro de las políticas del primer ministro inglés Neville Chamberlain, su rol debía ser el de garantizar la paz en Europa, lo que motivó una serie de concesiones al gobierno de Hitler durante los años precedentes.
Heinz Guderian, general del ejército alemán, el mayor experto en tácticas de guerra acorazada de la época, tuvo una labor determinante en la invasión a Polonia. Su doctrina marcó el rumbo del conflicto gracias a la implementación del “Blitzkrieg” (Guerra Relámpago), en la que movilizaba tropas de infantería, artillería, aviación y fundamentalmente las unidades acorazadas en ataques rápidos y coordinados, que resultaban letales.
Comandante del XIX Cuerpo de Ejército Acorazado Alemán, permitió que su unidad adquiriese rápidamente notoriedad entre el resto de comandos operativos, resultando clave para el avance del ejército alemán. La coordinación y organización de ataques veloces, con soldados audaces y determinados, permitió penetrar profundamente en los territorios que conseguían ocupar, causando desazón en las líneas enemigas. La experiencia en el manejo de tanques y otras unidades motorizadas fueron clave para el éxito del “Blitzkrieg” durante el desarrollo de la guerra.
Guderian desempeñó un papel fundamental en la planificación y puesta en marcha de las invasiones de Polonia en 1939, Francia en 1940 y la Unión Soviética en 1941. Comprendía bastante bien la importancia de coordinación que debía tener la “Panzerwaffe” (tanques o acorazados), de unidades blindadas y el resto de unidades motorizadas, permitiéndole a la Alemania nazi avanzar sin oposición y tomando ventaja rápidamente sobre sus oponentes.
Los nazis que habían llegado al poder el 30 de enero de 1933, se habían tomado el tiempo necesario para planificar la guerra. La “Wehrmacht” alemana se estableció en marzo de 1935, tras el anuncio por parte de Adolf Hitler de la creación de una fuerza militar unificada, en violación flagrantemente a las restricciones impuestas por el Tratado de Versalles que le había limitado el tamaño y las capacidades de sus fuerzas armadas.
Polonia fue arrasada en pocas semanas, instante propicio para que las autoridades alemanas elaboren un programa secreto que incluía la conquista de los territorios que se encontraban en los espacios que habían pertenecido a la antigua Prusia. El “Generalplan Ost” o plan general del Este, consistía en invadir los pueblos eslavos, considerados racialmente inferiores y que serían posteriormente sometidos a privaciones y esclavitud, siempre y cuando sobreviviesen. Los que lograban sobrevivir, eran deportados del otro lado de las fronteras de los Urales, no pudiendo bajo ningún concepto habitar territorio alemán, nadie, que no fuese considerado de raza aria. Los judíos que resultaban ser mayoría en Polonia y la Rusia europea, fueron masacrados, padeciendo lo inimaginable durante la ocupación militar nazi.
Heinz Guderian, el especialista en la “Blitzkrieg”, fue alejado durante años de las operaciones militares y del cuerpo de generales debido a las diferencias con Hitler, con quien discutía vehementemente en relación a las tácticas militares; aunque muchos aseguran que fue producto de los problemas que tenía con el general Günther von Kluge, quien pidió expresamente que lo destituyeran luego del fracaso en la toma de Moscú el año de 1941.
Tras el complot del 20 de julio de 1944, Guderian fue nombrado jefe interino del Estado Mayor, cargo que para aquel entonces era considerado de poca importancia, toda vez que las decisiones pasaban única y exclusivamente por las órdenes del Führer. Luego de algunos meses de discusiones acerca de cómo encarar la defensa de Alemania ante el avance del ejército rojo, fue destituido nuevamente el 28 de marzo de 1945, prácticamente en el epílogo del conflicto.
La rendición de Alemania se firmó en Reims, Francia, el 8 de mayo de 1945. Guderian y sus tropas se dirigieron al oeste y se entregaron a las fuerzas estadounidenses dos días más tarde. Al principio, el general fue enviado a Núremberg para ser juzgado como criminal de guerra, aunque debido a sus conocimientos prácticos y teóricos acerca de combate blindado y tras haberse demostrado que no tuvo participación con las SS (Schutzstaffel) nazis, contribuyó con las fuerzas aliadas. Fue absuelto de cualquier acusación en su contra y liberado el 27 de julio de 1948.
Después de la liberación, Guderian decidió instalarse en una pequeña comunidad al Sur de Baviera, en Schwangau, donde dedicó su tiempo a escribir acerca de tácticas militares y recoger las memorias de su participación en la gran guerra en el libro titulado “Recuerdos de Un Soldado”. Ante la creación de la República Federal Alemana, Konrad Adenauer lo invitó para que asesore a la “Bundeswehr” (Fuerzas Armadas) en su recomposición. Contribuyó algún tiempo con su país y tras su regreso a casa, falleció el 14 de mayo de 1954.
La fallida república de Weimar que había sido derrotada luego de la primera guerra mundial, dejó como resultado un sistema de listas de partidos que buscaba acabar con el parlamentarismo, reconfigurando el escenario político alemán que derivó en el ascenso del partido nazi, acción que fue adoptada en otras latitudes del planeta. Lo cierto es que en condiciones de representatividad real y con la separación de poderes implementada de manera efectiva, la tiranía y los totalitarismos no tendrían oportunidad de hacerse con el poder.
La vida de Guderian deja una importante lección: las adversidades y discrepancias, no representan un óbice para destacar con talento y capacidad innata. Un militar considerado uno de los grandes estrategas de guerra del siglo XX, demostró que se puede ser útil en cualquier momento, tal como lo hizo durante el conflicto, así como en el periodo posguerra, con determinación para sobreponerse a las distintas circunstancias que le tocó vivir. La importancia de reflexionar y no apartarse de sus ideas, le permitió lograr un impacto significativo, permitiéndole trascender en el tiempo.