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Los desacuerdos dentro de la coalición del gobierno del presidente Alberto Fernández y un clima de inestabilidad económica han agitado la política en Argentina en la última semana.
Las desavenencias entre las alianzas del presidente Fernández y de su vicepresidenta, la exmandataria nacional Cristina Fernández de Kirchner, se evidenciaron en el debate público sobre el acuerdo del gobierno con el Fondo Monetario Internacional para honrar su deuda, de 45.000 millones de dólares.
Las críticas del bloque de Kirchner a la política económica del presidente Fernández desembocaron en la renuncia abrupta, el pasado 2 de julio, del ministro de Economía, Martín Guzmán, y en la respuesta negativa de los mercados: los bonos soberanos se hundieron 10% dos días después.
La expresidenta calificó la semana pasada la dimisión como “un inmenso acto de irresponsabilidad política” y “un acto de desestabilización institucional”.
“No lo voy a negar, las diferencias que puedo tener con el presidente en cuanto a políticas o funcionarios, pero este presidente había bancado a ese ministro de Economía como a nadie, enfrentándose inclusive con sus propias fuerzas de la coalición”, dijo Fernández el viernes, defendiendo su crítica a los acuerdos con el FMI.
Esa diatriba política transcurre mientras Argentina experimenta una inflación interanual cercana al 62%, la erosión del poder adquisitivo de los ciudadanos y los precios de alimentos, vestimenta y algunos servicios públicos, como el del agua, escalaron entre 7 y 10 puntos porcentuales, en marzo pasado.
Los ciudadanos denuncian, entretanto, que los precios de algunos rubros escalaron hasta 30% solo en la última semana tras la renuncia de Guzmán como ministro.
¿Cómo está Argentina?
Si bien Fernández y Kirchner se reunieron tras la dimisión de Guzmán y la expresidenta secundó la selección de Silvina Batakis en la cartera económica, centenares de argentinos exigieron la renuncia del jefe de Estado este fin de semana entre temores de que productos como el café, el papel higiénico o los alimentos procesados se encarezcan o escaseen en el mercado oficial.
Una movilización convocada por el movimiento Juntos por el Cambio, de centroderecha, que gobernó el país entre 2015 y 2019 y pactó entonces los préstamos millonarios con el FMI, culminó el sábado frente a la sede del gobierno nacional, en la Plaza de Mayo de la capital. Su lema fue “defendamos la República” y sus participantes gritaban la consigna “Argentina sin Cristina”.
Horas antes, centenares de activistas del Frente de Izquierda también se expresaron en ese mismo lugar en contra del gobierno de Fernández, específicamente para demandar la anulación del acuerdo con el FMI.
Ni el gobierno de Fernández ni la coalición oficialista Frente de Todos viven un momento de inestabilidad, sin embargo, opina el politólogo Facundo Cruz.
“Veo estable al gobierno de Fernández, pero con profundas dificultades para establecer coaliciones. Le cuesta coordinarse. También, vive un nivel de disputa interna por el poder político, sobre las decisiones a tomar y la construcción de una narrativa” común entre sus dirigentes, comenta a la Voz de América.
Cruz, también consultor político, residenciado en Buenos Aires, sí nota inestabilidad económica, que a su entender ha sido “recurrente y sostenida”.
“La pandemia aceleró esa crisis y el gobierno no encuentra herramientas para vencerla”, diagnostica. El analista observa una “falta de confianza absoluta” entre los actores económicos de Argentina con respecto al gobierno nacional.
Explica, asimismo, que las marchas ocurridas este sábado cerca de la sede del poder ejecutivo argentino son “simbólicas” y suelen realizarse en fechas patrias como un contrapunteo entre el peronismo (hoy gobierno) y sus contrapartes.
Cruz las interpreta más como “una disputa política tradicional” que como un movimiento con el potencial de generar inestabilidad al gobierno de Fernández, recordando, a su vez, que el próximo año habrá elecciones presidenciales.
Solvencia y orden
La nueva ministra de Economía del gobierno de Fernández, Silvina Batakis, prometió este lunes ante la prensa que impulsaría una política de “orden y balance” para recortar el alto déficit fiscal del país suramericano.
El plan aspira a domar la inflación en alza, los mercados inestables y la presión creciente sobre la moneda local, el peso argentino. Batakis dijo que respetaría los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional, procurará tasas de intereses positivas y dará continuidad a los planes para recortar los subsidios energéticos.
El gobierno de Fernández acordó en marzo con el FMI un refinanciamiento de su millonario crédito mediante la suma de 5.800 millones de dólares a las reservas del Banco Central y la reducción de la asistencia monetaria al Tesoro argentino al 1% del Producto Interno Bruto -era de 3,3% el año pasado-.
Argentina mantendrá las metas acordadas con el FMI, aseguró Batakis. Se prevé entonces una reducción del déficit fiscal este año a 2,5% del Producto Interno Bruto, de 1,9% en 2023 y 0,9% el año siguiente, de acuerdo con el programa.
“No vamos a gastar más de lo que tenemos”, manifestó Batakis, quien conversó la semana pasada con la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva.
Analistas locales han advertido que Argentina, un gran exportador de granos, podría experimentar una inflación anual de 76% y que la invasión rusa a Ucrania exacerbó la crisis interna, que incluye bajas reservas internacionales.
Esa coyuntura socioeconómica es lo que ha causado rifirrafes en la coalición gobernante entre los moderados que apoyan al presidente Fernández y el ala izquierdista que respalda a la influyente vicepresidenta Cristrina de Kirchner, que ha impulsado iniciativas para mayor gasto fiscal para aliviar la pobreza.
Batakis insistió en que Argentina debe aupar su producción y exportación, siempre procurando su solvencia. “Necesitamos defender la solvencia del Estado. Y esto no tiene que ver con imposiciones desde el FMI”, aseguró.
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