Adagio: cantos de sirena

Cantos de sirenas, etéreos, seductores e hipnotizadores, prorrumpen de labios de los más diestros oradores, dirigiendo discursos y dulces melodías a “su pueblo”, los atraen subyugándolos enigmáticamente para conducirlos hacia destinos inciertos. Criaturas que simbolizan la unión y estabilidad, se encuentran tan acostumbrados a desafiar la barrera que separa la realidad de la ficción, para tradición perpetua de la humanidad que se encuentra familiarizada con naufragar en las más gélidas y procelosas aguas del engaño y el olvido, víctima de promesas incumplidas.

La herencia helena tan amplia y generosa, luego de miles de años sigue manifestándose influyente en la cotidianeidad moderna. La monumental obra de Homero: “La Odisea”, trasciende los límites del tiempo. Odiseo en su largo periplo de regreso a Ítaca – luego de participar en la mítica batalla de Troya – debe librar una suerte de obstáculos. Al abandonar la isla de la hechicera Circe, recibe recomendaciones y advertencias que tienen el propósito de librarlo de los peligros que lo asechan.

Circe: “Oye ahora lo que voy a decir y un dios en persona te lo recordará más tarde. Llegarás primero a las Sirenas, que encantan a cuantos hombres van a encontrarlas. Aquel que imprudentemente se acerca a las mismas y oye su voz, ya no vuelve a ver a su esposa ni a sus hijos […] le hechizan las Sirenas con el sonoro canto, sentadas en una pradera y teniendo a su alrededor enorme montón de huesos de hombres putrefactos cuya piel se va consumiendo. Pasa de largo y tapa las orejas de tus compañeros con cera blanda, previamente adelgazada, a fin de que ninguno las oiga; más tú deseares oírlas, haz que te aten en la velera embarcación de pies y manos, derecho y arrimado a la parte inferior del mástil y que las sogas se liguen al mismo”.

Albert Einstein decía: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Cuando se desarrollan los procesos electorales en Bolivia, se activa casi de manera automática en la ciudadanía los mismos patrones de conducta obsesiva compulsiva promovida por los “Cantos de Sirena”, amplificados por los mismos grupos organizados de “políticos profesionales” que tienen planificada la estrategia para clavarle el diente al Estado.

Cuando callan las Sirenas y dejan de sonar promesas relacionadas a: la eliminación de la pobreza, creación de empleos, recuperación de la grandeza pérdida de la nación, erradicación de la corrupción, entre muchas otras, el ciudadano despierta del sopor provocado por el desgastante periodo electoral, para caer en cuenta que su realidad sigue y seguirá siendo la misma, que nada cambió ni cambiara, al menos no para él, a diferencia del “proceso de cambio” que experimentarán los acompañantes de orquesta que posibilitaron que las melodías políticas suenen más fuerte. Estos últimos verán su patrimonio crecer significativamente mientras que, el ciudadano (elector), seguirá preguntándose “ingenuo” ¿Cuál fue mi error? ¿Por qué sigo siendo pobre?

Los “Cantos de Sirena” representan la tentación irresistible de creer en promesas seductoras y a la vez peligrosas, deseo de creer en que alguien o algo (el Estado) resolverá los problemas que aquejan a cada persona, una necesidad insana de creer que los políticos recogerán el sentir y las necesidades del pueblo para brindarles soluciones. La fuerza de la tentación que aleja a los hombres de la responsabilidad individual, para terminar convertidos en esclavos del poder, que promete todo y no cumple nada.

En la obra de Homero, Odiseo, pide que lo aten al mástil para resistir la tentación (como metáfora es válida), en la actualidad la población debe buscar mecanismos para no sucumbir a la tentación y perder la razón en los Cantos de Sirena que se amplifican por todos los medios. Se debe promover una “revolución del sentido común”, tratando de buscar información amplia, no sesgada. Se debe actuar de forma inteligente para no dejarse arrastrar por las falacias que terminarán condenando el destino del país, el futuro y la seguridad de las familias, encaminándolas a convertirse en la próxima Venezuela.

Vale la pena recordar que la palabra tiene la fuerza para alumbrar al mundo con su destello de luz inagotable, siempre y cuando responda a la verdad. Sin embargo, su cadencia y ritmo suele en ocasiones convertirla en peligrosa, despertando en los hombres el deseo de disolverse en la nada y haciéndoles abandonar sus sueños y esperanzas. Recuerden, que estamos acostumbrados a ver al poderoso como si se tratara de un gigante, esto es, porque nos empeñamos en mirarlo de rodillas y ya va siendo hora, de ponerse de pie.

  • CARLOS MANUEL LEDEZMA VALDEZ
  • ESCRITOR. DOCENTE UNIVERSITARIO. DIVULGADOR HISTÓRICO. MIEMBRO DE LA SOCIEDAD DE ESCRITORES DE BOLIVIA.
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