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Un nuevo incidente violento amenaza con pulverizar los primeros acuerdos alcanzados en la mesa de negociaciones entre el gobierno ecuatoriano y los máximos líderes de la Confederación de Nacionalidades Indígenas (CONAIE), encabezados por Leonidas Iza.
Las Fuerzas Armadas confirmaron este martes el ataque armado de un grupo desconocido a un convoy militar que custodiaba el traslado de 17 tanqueros con diésel, desde la ciudad amazónica de Shushufindi hasta el bloque petrolero ITT, localizado en la misma zona.
Producto del hecho, se produjo la muerte del sargento del Ejército José Chimarro. Además, resultaron heridos otros siete miembros del Ejército y cinco de la Policía Nacional. Se reportó también la destrucción de un vehículo de la empresa pública Petroecuador.
En una breve declaración a la prensa, la mañana de este martes, el jefe del Comando Conjunto, general Nelson Proaño, aseveró que “las Fuerzas Armadas de Ecuador rechazan enérgicamente estos actos terroristas, realizados por grupos armados, al margen de la ley, así como también se solidarizan con los familiares de nuestro fallecido y con los heridos en este violento ataque, que enluta a la institución militar y al país”.
Este incidente no es el único que preocupa en medio de la paralización, que alcanzó este martes su día 16. En los últimos días se han denunciado múltiples obstaculizaciones al paso de ambulancias, insumos para hospitales y alimentos, lo que amenaza con mayor desabastecimiento del que ya comienza a advertirse en las grandes ciudades.
En Quito, por ejemplo, con el inicio de la semana se hicieron evidentes las dificultades para la entrega de cilindros de gas de uso doméstico. Esto obligó al municipio capitalino a incluir el tema en la mesa permanente que mantiene activada en el Comité de Operaciones de Emergencia, que hace un seguimiento diario del paro y sus efectos en la ciudad.
La escasez de alimentos se suma también a múltiples problemas que deja para Quito esta paralización de actividades y las protestas callejeras: zonas seriamente afectadas por la violencia, donde se arrancaron palos, se extrajeron adoquines de calles y se usaron piedras, principalmente, para atentar contra miembros de la fuerza pública y daños a bienes inmuebles públicos y privados.
Hasta el lunes, la municipalidad contabilizó más de 27.000 toneladas de basura y escombros recogidos, una cifra inusual y mayor a la que acostumbra.
A eso se suman bloqueos en algunas de las principales calles y avenidas, donde no han faltado agresiones a conductores y transeúntes y amenazas de daños a vehículos, si no se entrega dinero en efectivo a personas violentas, que han aparecido súbitamente en estos días.
Una situación similar se advierte en la ciudad andina de Cuenca, situada a unos 450 kilómetros de la capital ecuatoriana. Su alcalde, Pedro Palacios, afirmó la noche del lunes, a través de Twitter, que no hubo acceso a la urbe y que eso impidió “que lleguen insumos como oxígeno, gas, combustibles, alimentos…”. Si bien reconoció el derecho a protestar, llamó la atención sobre las dificultades para movilizarse con libertad, debido a los bloqueos en las calles y avenidas.
Lejos de las protestas callejeras y las múltiples manifestaciones en las calles, en la Basílica del Voto Nacional y con la mediación de la iglesia católica, el diálogo entre representantes del gobierno de Guillermo Lasso, liderados por el ministro Francisco Jiménez, y la CONAIE, encabezada por su titular, Leonidas Iza, sufrió un frenazo a raya este día, una vez confirmada la noticia del ataque armado al convoy militar. Apenas, un día antes se concretó, en medio de una enorme presión de diferentes sectores del país que piden volver a la normalidad.
En un corto anuncio, el primer mandatario adelantó -este mediodía- la suspensión de las conversaciones con Iza y aseveró que “solo defiende sus intereses políticos”. Lasso dijo también que su gobierno volverá a las conversaciones cuando “se cuente con legítimos representantes de todos los pueblos y nacionalidades indígenas de Ecuador, que busquen verdaderas soluciones y estén abiertos a un diálogo real y franco”.
La CONAIE, en una inmediata respuesta al presidente ecuatoriano, exigió “respeto para su máximo líder” y acusó al gobierno de “autoritarismo, falta de voluntad e incapacidad”.
Pero la movilización de la CONAIE no es el único problema que enfrenta Lasso en estos días. La Asamblea Nacional debate, de forma paralela, una propuesta del movimiento político UNES, cuyo máximo líder es el expresidente Rafael Correa, para que se alcancen 92 votos, de 137 asambleístas, y así adelantar elecciones.
Lasso también envió este día un mensaje a los legisladores, en un intento por acercarse y así evitar que se sumen más voluntades. “Hago un llamado a los asambleístas, que cumplan con su responsabilidad con el pueblo ecuatoriano. Este no es un llamado a defender a una persona, ni a un proyecto político, ni a un gobierno. Es un llamado a defender al país de este intento golpista”, sentenció Lasso.
Más de dos semanas después del inicio de una de las peores crisis políticas en la historia reciente de Ecuador, todo puede suceder en las próximas horas.
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