El MAS aceptó la sucesión e incluso barajó nombrar a Aguilar como Presidente. Salvatierra boicoteó la sesión del 12 de noviembre y por ello se aplicó la sucesión ipso facto avalada por el TCP
VISOR21.- La expresidenta constitucional Jeanine Áñez brindó este viernes, su declaración ante el Tribunal Primero de Sentencia Anticorrupción, que se hizo presente en el penal de Miraflores, en el denominado caso “golpe II” que la acusa por supuesto incumplimiento de deberes y resoluciones contrarias a la Constitución, por haber accedido a la Presidencia del Senado y luego a la Presidencia del Estado el 12 de noviembre de 2019.
En la audiencia, Áñez tomó 39 minutos para exponer ante la justicia ordinaria su versión de los hechos y ratificar que asumió la sucesión constitucional en el marco normativo, tanto de la Cámara de Senadores como de la CPE, con el único objetivo de pacificar el país, que entonces se encontraba en caos, luego de la renuncia y huida del país de Evo Morales y su séquito de funcionarios llamados a asumir la Presidencia del Estado Plurinacional.
En principio, Áñez reiteró que desconoce al tribunal que la juzga porque ella amerita un caso de corte como expresidenta de Bolivia “les guste o no”, dijo, a los operadores de justicia del Gobierno.
“Hace 390 días que nosotros, a través de mis abogados, hemos presentado una serie de recursos y nos los han negado absolutamente todos. Por eso, este es un proceso eminentemente político y donde yo estoy en absoluta indefensión”, expuso.
Luego remarcó que en noviembre de 2019 ella se encontraba en Trinidad, como parte de los bloqueos ciudadanos que exigían respeto al voto de las elecciones generales, que luego fueron calificadas como fraudulentas por la oposición y que no fueron avaladas por la Misión de Observación de la Organización de Estados Americanos (OEA) al encontrar “una serie de irregularidades” en el conteo de votos.
Áñez dijo que no tuvo contacto o influencia con ninguna instancia policial o militar para “coordinar” el llamado “golpe”, como argumenta el montaje del MAS para tratar de encarcelar a la expresidenta y a toda la oposición política, activista y cívica del país.
Recordó que, por mandato del Reglamento de la Cámara de Senadores y como segunda vicepresidenta del Senado, le correspondía llenar el vacío de poder que habían dejado las renuncias de la entonces presidenta de esa instancia legislativa Adriana Salvatierra y del primer vicepresidente Rubén Medinacelli, ambos militantes del MAS.
El nombre de Áñez comenzó a circular en los medios con la posibilidad de que ella asuma la primera magistratura del país. Fue entonces que se trasladó de Trinidad a El Alto y ahí subió a un helicóptero militar para bajar a la ciudad de La Paz junto al senador Óscar Ortiz, en medio de la desconfianza de su destino, pues recordó que los uniformados obedecían órdenes de Morales.
Rechazó que esa acción haya sido “coordinada” y que luego haya “ordenado” alguna acción al entonces comandante general de las Fuerzas Armadas, general Williams Kaliman, quien incluso le contestó al teléfono, cuando ella pedía que se proteja a la población en las calles, que “cuando usted sea presidenta me va a dar órdenes”.
“Yo no moví un dedo, señores del tribunal, para llegar a la Presidencia”, dijo.
“Fui bastante clara desde el principio, cuando manifesté públicamente que me correspondía por sucesión constitucional, pero que no me iba a imponer, que si había otras opciones yo estaba para aportar a la pacificación del país. No estaba para imponerme, no estaba en condiciones de estar instruyendo ni dando órdenes a nadie. No tenía ni voz ni voto ni en mi partido, mucho menos voy a tener teléfonos o contactos con militares”, remarcó Áñez.
Asimismo, la expresidenta constitucional reveló que el MAS en principio pensó en asumir la sucesión constitucional y delegar, como fuerza mayoritaria, a una de las Secretarías de la Cámara de Senadores como presidente del Estado, que en ese caso recaía en los oficialistas Omar Aguilar o Eliana Mercier Herrera como primer y tercera secretaria, respectivamente.
Sin embargo, dentro del Reglamento del Senado en su artículo 41, los reemplazos en la directiva solo llegan hasta la Segunda Vicepresidencia, por lo que investir a Aguilar o a Herrera iba contra la normativa.
Evo Morales había renunciado junto a su segundo Alvaro Garcia, la tarde del domingo 10 de noviembre. Salvatierra lo hacía más tarde y también Víctor Borda, como presidente de Diputados, había dimitido aduciendo amenazas contra su familia en Potosí. En la noche, regiones como La Paz vieron como la violencia se desbordaba con actos de vandalismo en la zona sur paceña y la urbe alteña, durante dos días de vacío de poder y caos.
Áñez aseveró que asumió su responsabilidad para evitar ese vacío de poder y así poder pacificar el país, algo que tanto Salvatierra como Borda rehusaron al renunciar “por cobardes”.
En un último intento para que Salvatierra asuma el mando del país se le consultó y ella “claramente dijo que no”. Luego se acordó llamar a sesión para tratar las renuncias y así designar a la nueva persona que se haría cargo de la Presidencia del Estado, que “me tocó a mí como pudo ser el senador Ortiz o la senadora (Carmen Eva) Gonzáles”, aclaró Áñez, pues la CPE dispone responsabilidades al cargo, no a nombres específicos.
Sin embargo, Salvatierra boicoteó ese proceso y llamó a la encargada de los ambientes del Senado para decirle “que no abra el salón”, con el objetivo de que no se desarrolle la sesión e incluso instruyó a todos los asambleístas del MAS de no participar y evitar el quórum legislativo, tal como confirmó el exsenador Omar Aguilar en reiteradas declaraciones públicas.
Áñez también lamentó que se la señale como “golpista” y que se la agreda como hacen las hordas masistas que se reúnen fuera del penal de Miraflores para lanzar insultos en su contra, cuando su única misión fue pacificar el país y convocar a elecciones generales, de las cuales salió electo Luis Arce del MAS.
“Hemos trabajado en coordinación con la Asamblea, yo no sabía que un ‘gobierno de facto’ tenía una Asamblea que legislaba. Lo que se quería era pacificar el país por tantos hechos de violencia, donde ya habían muertos”, dijo.
Su legado, concluyó, será para sus hijos y para el país, de haber asumido una responsabilidad tan grande y en un momento de convulsión social que derivó en la presidencia constitucional transitoria para pacificar el país y convocar a elecciones transparentes.
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