Blazicevic: «Hay que ser más pragmáticos para generar más ingresos para Bolivia»

 

La economía del mundo está en terrenos movedizos. A la pandemia se suma ahora la guerra y sus impactos. En Bolivia, los efectos recesivos del coronavirus generaron una contracción del Producto Interno Bruto (PIB) y una sensación de vulnerabilidad. La necesidad de reactivar la actividad productiva, dar mejores condiciones a productores y empresarios, y enfrentar problemas comunes y sin respuesta, como el contrabando y la creciente informalidad, ha llevado a la convocatoria de una cumbre que se realizó en La Paz el pasado 17 de marzo.

A iniciativa de la CNI, este fue un encuentro que reunió a más de 1.100 productores de todo el país, y al que acudieron también algunas autoridades gubernamentales, lo que abre una esperanza para un diálogo que no se ha dado hasta el momento entre públicos y privados.

Sobre las razones de este encuentro y las perspectivas económicas, Página Siete conversó con  uno de sus principales gestores, Ibo Blazicevic, presidente de la CNI.

¿Qué motiva a una cumbre del sector productivo?

Bolivia y la economía del país han sufrido la peor crisis de los últimos 70 años; el PIB ha caído a -11% y la recuperación del año pasado fue sólo 5%, con lo cual aún no logramos los niveles que teníamos prepandemia. Creemos que es necesario hacer esfuerzos adicionales, reactivarnos y llegar mínimamente a los niveles prepandemia.

A ello, justo cuando decidimos hacer la cumbre, se suma la agresión de Rusia a Ucrania, lo que genera otro impacto a la economía boliviana, que es frágil y dependiente. La escasez de un tercio del trigo del mundo (entre Rusia y Ucrania exportan el 33% de la producción), pone una presión en el precio a la harina argentina, que subió de Bs 160 a 240; los carburantes lo mismo. Hace unos días, Argentina indexó sus precios de la gasolina y el diésel en 19%. El aluminio está en su precio más alto, y es una materia prima para el envasado de bebidas y alimentos. El cobre también está en un precio récord y se usa para la fabricación de conductores, con lo cual hay escasez de vehículos en el mundo. Eso también genera un impacto en los bienes de capital que son necesarios para la renovación del parque tecnológico… En fin, todas esas condiciones hacen necesario que nos juntemos todos los productores de Bolivia, todo el tejido productivo boliviano:  empresarios medianos, grandes, chicos para que tengamos y construyamos una visión conjunta de cómo reactivarnos y además de cómo plantear la Bolivia que quisiéramos en el mediano y en el largo plazo. Esa creo que es la característica principal: que la unidad nos lleve a construir esta bitácora que queremos.

¿Qué están pensando para propiciar esa unidad?

Si bien cada sector tiene particularidades y plantea primero su problemática, hay ejes que son transversales para todos. El contrabando es uno de ellos. Para el sector productivo formal, la alta tasa de informalidad que era del 70%, ahora está alrededor del 85,5%. Esto nos pone como el país más informal de toda la región. Por supuesto que tenemos que hablar y plantear propuestas de política pública para que la formalidad sea más barata, para que haya incentivos para formalizarse, y para que el Estado juegue un rol de promotor y no de perseguidor.

¿Cómo piensan lograr ese acercamiento público y privado?

Soy escéptico con el tema de que logremos un diálogo honesto, sincero. Creo que el gobierno no dio muestras de querer este diálogo. Pasó casi un año en que ninguno de los sectores empresariales se sentó con el gobierno. Pero, más que un diálogo, nosotros queremos que el gobierno implemente políticas públicas que favorezcan un clima de negocios apropiado para la reactivación económica. Queremos trabajar, ser propositivos para mejorar la productividad y la competitividad de Bolivia, tanto en el contexto nacional como internacional. Queremos plantear propuestas al Gobierno para que las pueda tomar en cuenta. Ha sido muy grata y valiosa la presencia en la cumbre del ministro de Justicia, Iván Lima, quien habló de la necesidad de una reforma judicial y del Código de Comercio; y también, muy importante, la presencia del viceministro de Lucha contra el Contrabando, Daniel Vargas, creo que eso marca un hito importante en la relación Gobierno – tejido empresarial.

Reactivación fue el propósito de la cumbre y de las metas del Gobierno, ¿cuáles son las tareas  a impulsar primero?

Para la reactivación existen temas que son importantes, principalmente la lucha contra el contrabando. 10 años de tener un tipo de cambio fijo afectó seriamente la competitividad de Bolivia en el contexto global. Nos volvió un país muy caro, además tenemos el quinto salario mínimo más alto de la región y la menor productividad laboral. Eso quiere decir que pagamos los salarios más altos para tener una productividad muy baja. Eso afectó la productividad, afecta la competitividad. Tenemos un país altamente informal, un país muy dependiente de las materias primas y del gas, y últimamente estamos viendo que la era del gas se acaba. Es absolutamente necesario diversificar la economía y pensar en impulsar y dar incentivos al resto de la economía; cambiar la mirada extractiva por una mirada más bien diversificada y exportadora. Vivimos una coyuntura muy especial en Bolivia, y si tomamos las medidas adecuadas (porque la guerra va a traer impactos, pero también oportunidades), podemos reactivarnos. Si llega a faltar un tercio de los granos de trigo del mundo, hay una oportunidad para el resto de los granos que produce Bolivia, para exportarlos, y deberíamos tratar de maximizar la productividad. Habría que discutir si la biotecnología es apropiada o no en este momento y habría que buscar ser más pragmáticos para generar más ingresos para los bolivianos.

¿Con qué otros sectores y productos bolivianos están esas oportunidades?

Sin duda en la industria minera. El litio, más que nunca. Deberíamos esforzarnos para industrializar el litio en el menor tiempo posible. Hemos perdido una década prácticamente cuando podríamos ser el principal productor de litio. Lo mismo con el resto de los minerales: el cobre está  en su nivel más alto, deberíamos tratar de potenciar los yacimientos que tenemos; el oro, por supuesto, en tiempos de guerra todos se refugian en el oro y tiene un precio altísimo. Deberíamos formalizar la producción de oro. Hoy Bolivia produce una cantidad de oro con muchos impactos ambientales, deberíamos tratar de estructurar de una forma más ordenada al sector, evitando los impactos ambientales y agrupándonos no sólo en cooperativas, que son depredadoras, si no con normas internacionales para proteger nuestro medioambiente y generar regalías, que no existen hoy.

Menciona que es una agenda de prioridades, pero hay un gran obstáculo,   la seguridad jurídica. ¿Cree que en Bolivia  existe la voluntad de fortalecerla?

Es complicado porque  existen grupos corporativos que generan inseguridad jurídica y hacen de ella una bandera. En tiempos de crisis hay que ser muy pragmático y creo que en el Gobierno tiene que reinar el pragmatismo. Hay muchas oportunidades, y es mejor generar seguridad jurídica, es mejor volver a Bolivia un país atractivo para la inversión extranjera directa y para tener un impacto mayor en la economía boliviana y reactivarla.

El Gobierno, éste y los otros anteriores tienen mucho conflicto en dar pasos pragmáticos porque siempre hay intereses políticos, ¿cómo se podría realmente apostar por una mirada productiva pragmática, de oportunidades, competitiva, sin que la política sea un escollo?

Uno de los grandes obstáculos  es el hecho de que tenemos un sistema judicial  para nada transparente. La justicia dejó de ser justa hace mucho tiempo y eso genera inseguridad en todos los niveles, no sólo en los inversores. Cuando una empresa multinacional mira a Bolivia, ve el sistema de justicia y ve lo que pasa con empresas que en algunos casos son acosadas injustamente por intereses de grupo, se ahuyentan posibilidades. Es urgente reformar la justicia para dar esa señal de seguridad, para ser pragmáticos, justamente.

El sistema impositivo y la burocracia con otros escollos

El aparato estatal creció de manera desproporcional. Hablamos de más de 500 mil funcionarios públicos, y  a mayor número de funcionarios públicos, mayor burocracia, mayor tramitología. Hay que justificar la permanencia de esos funcionarios que inventan tareas que no había antes. Eso hace un vía crucis para el emprendedor en relación al número de interacciones que tiene con el Estado. Bolivia creo  tiene 29 interacciones por empresario, la más alta de la región, y esto implica costos muy altos. Se tiene que hacer más eficiente el Estado, tratar de generar ventanillas únicas, trámites en línea, modernización, como lo están haciendo todos los países para evitar también la corrupción.  En el tema impositivo, Bolivia tiene la quinta carga impositiva más alta de la región y ello hace que el contrabando sea tremendamente atractivo. La diferencia es demasiado grande entre la formalidad y la informalidad. Hay que repensar en sistema impositivo.

Hemos convivido históricamente con el contrabando, pero vivimos tiempos totalmente diferentes, ¿cómo enfrentar a este monstruo que está creciendo en todas las fronteras?

La única manera de combatir al contrabando es siendo competitivos. Hay que revisar el tipo de cambio, con el que estamos diez años anclados y hace que hayamos perdido competitividad. Si ves a Argentina, el peso argentino se ha devaluado 58% y si a eso le sumas la economía de escalas que tiene Argentina en la producción industrial, no puedes competir con ellos. Además a eso se añade la presión impositiva que tiene Bolivia. Es la combinación perfecta para hacer de Bolivia el país más atractivo de la región para el contrabando. Además tenemos casi siete mil kilómetros de fronteras, 60 pasos no autorizados o ilegales. Somos tremendamente permeables y a nuestro alrededor todos los países son más competitivos, así es imposible combatir al contrabando de manera efectiva. La única manera es hacer ajustes para que Bolivia sea más competitiva, mejorar la productividad, crear condiciones de abaratar los productos bolivianos, bajar la carga impositiva, darles algunos incentivos y tener políticas que puedan hacer que los productos bolivianos compitan en mejores condiciones.

Hablar de tocar el tipo de cambio está casi prohibido en Bolivia, ni autoridades ni analistas aconsejan en este momento tocar el tipo de cambio

Sí, definitivamente es una mala palabra. Hoy en día casi nadie aconseja mover el tipo de cambio porque eso va a disparar otros cambios y medidas como la inflación. Entonces, lo único que queda es tener una respuesta proporcional a esas bandas delincuenciales de contrabandistas; ahí creo que el papel del Ejército es decisivo en la interdicción en las fronteras. Algo que no veo y me sorprende mucho es la ausencia del Servicio de Impuestos Nacionales en las redes sociales. Por ejemplo, Marketplace se ha convertido en el mejor vehículo de distribución de todo tipo de productos y el SIN no existe en el Marketplace; la gente te trae el producto de contrabando a tu casa y nadie lo fiscaliza. Tiene que haber presencia del Estado en las redes, en los mercados: la interdicción no solo tiene que darse en las fronteras.

¿Qué sigue a la cumbre para la reactivación económica y productiva?

Todos queremos reactivación; la pandemia nos está dando un respiro luego de la cuarta ola y queremos volver a la reactivación que teníamos antes. Creo que esa es la motivación. Todos los sectores han sufrido la crisis, han quedado muchas pequeñas empresas quebradas, o han tenido que cerrar o despedir a la mitad de la gente. Necesitamos ver la luz después del túnel. Pero este es solamente el punto de partida, no  solo es un evento y ahí acaban las cosas; es un inicio de la construcción de una red y a partir de ello esperemos que se den otras oportunidades, otras alianzas, generando esa influencia que queremos en las políticas públicas.

//FUENTE: PÁGINA SIETE//