Documento del Vaticano: IA debería “renovar la valoración de todo lo que es humano”

El Vaticano publicó el martes una nueva “nota” que aborda las implicaciones éticas y antropológicas de la inteligencia artificial (IA), destacando las distinciones entre la inteligencia humana y la artificial y ofreciendo pautas para garantizar que el desarrollo y uso de la IA sirvan a la humanidad y defiendan la dignidad humana.

Titulado “Antiqua et nova” (“Lo antiguo y lo nuevo”), el documento de unas 30 páginas, fechado el 28 de enero, está firmado por el Cardenal Víctor Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF) y el Cardenal José Tolentino de Mendonça, prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación.

El documento comienza estableciendo un marco cristiano para entender la inteligencia humana como un don de Dios, enfatizando la naturaleza relacional y buscadora de la verdad de la humanidad dentro de una existencia encarnada. La tradición cristiana considera el don de la inteligencia un aspecto esencial de la creación de los seres humanos “a imagen de Dios”, señala el documento.

En contraste, los sistemas modernos de IA funcionan en gran medida a través del reconocimiento de patrones, y la mayoría se limitan a ciertas tareas, aunque el documento señala que la “inteligencia artificial general” (AGI, por sus siglas en inglés), es un objetivo declarado de muchos desarrolladores de IA y puede lograrse pronto. Tal sistema sería capaz de “realizar cualquier tarea al alcance de la mente humana”, o incluso “sobrepasando la capacidad intelectual humana”.

Incluso en sus formas más avanzadas, sin embargo, la IA aún opera basada en algoritmos y lógica computacional, señala el documento, lo que significa que carece de las dimensiones creativas, espirituales y morales del pensamiento humano.

En contraste, agrega el documento, “la inteligencia humana no consiste, principalmente, en realizar tareas funcionales, sino en comprender e implicarse activamente en la realidad en todos sus aspectos, y también es capaz de sorprendentes intuiciones. Dado que la IA no posee la riqueza de la corporeidad, la relacionalidad y la apertura del corazón humano a la verdad y al bien, sus capacidades, aunque parezcan infinitas, son incomparables con las capacidades humanas de captar la realidad”

La IA es en sí misma un producto de la inteligencia humana, no una forma de inteligencia igual o superior, enfatiza el documento.

IA y sociedad

El documento señala varios posibles escollos en el desarrollo de la IA, como la posibilidad de disrupción en la fuerza laboral; un debilitamiento de las relaciones humanas cara a cara; una degradación de la privacidad a medida que se desarrollan nuevos sistemas de vigilancia de IA; una introducción de información inexacta o sesgada en el contexto de la educación, los medios o la sociedad en general; e incluso, como el Vaticano ha advertido repetidamente, la posibilidad del despliegue de IA en la guerra que tiene el poder de destruir vidas directamente.

Frente a estos desafíos potenciales, el documento pide un marco ético sólido para guiar el desarrollo y despliegue de la IA, guiado por los principios de la doctrina social católica. De manera general, el desarrollo de la IA siempre debe respetar y promover la dignidad intrínseca de cada ser humano.

El documento enfatiza que en contraste con una visión “funcionalista” de la IA que se centra fuertemente en las habilidades de la IA, el valor y la dignidad de una persona, en contraste, se basan en su creación a imagen de Dios, no en sus habilidades cognitivas o logros tecnológicos. El desarrollo de la IA debe respetar este hecho y promover la dignidad intrínseca de cada ser humano, independientemente de su condición, escribieron los prefectos.

Además, señalan que la IA debe usarse para servir al bien común, promover el desarrollo humano integral y no solo usarse para beneficio individual o corporativo. Debe utilizarse en la medida de lo posible para reducir la desigualdad y no reforzar los desequilibrios de poder existentes, escribieron.

Los prefectos añaden que no se puede permitir que los sistemas de IA funcionen sin supervisión humana; los humanos, como agentes morales, tienen la responsabilidad del diseño, propósito y consecuencias de los sistemas de IA. Y de acuerdo con el concepto católico de subsidiariedad, la toma de decisiones relacionada con la IA debe ser descentralizada e involucrar varios niveles de la sociedad, permitiendo un amplio espectro de aportes, dice el documento.

El desarrollo de la IA debería impulsarnos a “renovar la valoración de todo lo que es humano”, quizás mediante un renovado interés en el estudio de las humanidades, continúa el documento.

Verdadera sabiduría

El documento concluye refiriéndose a lo que el Papa Francisco llamó recientemente la “sabiduría del corazón”: la idea de que la verdadera sabiduría no se trata solo de aprender conocimientos o dominar habilidades técnicas, sino más bien de integrar el intelecto humano con nuestra capacidad dada por Dios para apreciar los valores de la verdad, la bondad y la belleza.

La “sabiduría del corazón” se presenta como un contrapeso a los peligros de una mentalidad puramente tecnológica — lo que el Papa Francisco ha llamado el “paradigma tecnocrático” — que enfatiza la eficiencia y el control sobre la dignidad humana y las relaciones, rechazando la idea de que la tecnología por sí sola puede resolver todos los problemas.

“Porque ‘lo que mide la perfección de las personas es su grado de caridad, no la cantidad de datos y conocimientos que acumulen’, el modo como se utilice la IA ‘para incluir a los últimos, es decir, a los hermanos y las hermanas más débiles y necesitados, es la medida que revela nuestra humanidad”, concluyen los prefectos en el documento.

“Esta sabiduría puede iluminar y guiar un uso de dicha tecnología centrado en el ser humano, que como tal puede ayudar a promover el bien común, a cuidar de la ‘casa común’, a avanzar en la búsqueda de la verdad, apoyar el desarrollo humano integral, favorecer la solidaridad y la fraternidad humana, para luego conducir a la humanidad a su fin último: la comunión feliz y plena con Dios”, añade el texto.

El Vaticano se ha involucrado en el desarrollo de la IA en numerosas ocasiones; el Papa Francisco ha hablado frecuentemente sobre la importancia de desarrollar y usar la IA de manera ética, y la Santa Sede ha patrocinado conferencias sobre IA en los últimos años.

La publicación del documento del DDF sigue a las nuevas “Directrices sobre Inteligencia Artificial” para el Estado de la Ciudad del Vaticano que el Papa Francisco emitió a principios de este mes estableciendo pautas éticas para el uso de inteligencia artificial dentro del estado del Vaticano.

Expertos católicos tanto clérigos como laicos han opinado sobre los peligros potenciales de la IA, como la posibilidad de la extinción humana debido a un uso malicioso o accidental, así como las oportunidades para su desarrollo ético y uso dentro de la Iglesia.

  • ///FUENTE: ACI PRENSA///