Cuentan las crónicas del 4 de febrero de 1992 que, cinco comandantes del ejército venezolano alzaban las armas contra el gobierno constitucional del Presidente Carlos Andrés Pérez. Durante aquella jornada se produjeron enfrentamientos que dejaron un saldo de diecisiete muertos y más de medio centenar de heridos, lo que provocó con el correr de las horas la pérdida del control en las operaciones que habían logrado los blindados y fuerzas militares movilizadas por Hugo Chávez, quién, fue el artífice de aquel golpe que no llegaría a consolidarse.
El episodio de golpe fallido, derivó en el encarcelamiento del socialista Hugo Chávez y varios de sus seguidores. Cerca de dos años fue el tiempo que permanecieron presos, hasta que el Presidente Rafael Caldera que había asumido el control del gobierno, decidió reinsertar a los sublevados militares en las actividades civiles y políticas, exonerándolos de responsabilidad por los acontecimientos que tiñeron de sangre y luto al pueblo venezolano. Carta blanca en mano, Hugo Chávez buscaría nuevos mecanismos para llegar al poder.
El 2 de febrero de 1999, tras ganar los comicios desarrollados pocos meses antes, juraba a la Constitución Política (1961) a la que catalogaba de moribunda, por lo que una de sus primeras tareas fue impulsar un proceso constituyente que creó la República Bolivariana de Venezuela. El texto constitucional redactado a medida del gobierno, fue aprobado mediante referéndum que tuvo una magra participación ciudadana, con apenas un 44% de los empadronados.
Durante esta primera etapa, el presidente renegaba por el control que ejercía la asamblea parlamentaria, por lo que decidió que gobernaría por decreto, haciendo uso de leyes habilitantes. Fue así que habilitante tras habilitante, entre el año dos mil y dos mil doce, Hugo Chávez anuló al parlamento, gobernando Venezuela y poniendo en marcha la revolución bolivariana que impulsaba el denominado “socialismo del siglo XXI” desde el ejecutivo.
Durante el año 2002 tras la crisis generada por el gobierno en contra de la directiva y el sindicato de PDVSA, se organizó una manifestación multitudinaria que cercó el palacio de Miraflores, obligando a Hugo Chávez a dimitir del cargo por un lapso de dos días, tras este tiempo y por la vía diplomática, retornaría al cargo. Este momento es fundamental en la historia de Venezuela, porque a partir de él, la revolución tomaría otro matiz.
La concentración de poder en manos del presidente, derivó en abusos y violaciones legales. Comenzaron las expropiaciones masivas, la persecución a periodistas y opositores, se perdió el principio de separación de poderes y los tribunales pasaron a convertirse en brazo represor del ejecutivo. El informe de Human Rights Watch de 2008, dejó en claro que el gobierno de Hugo Chávez en lugar de fortalecer las instituciones democráticas, se dedicó a limitar la labor de la prensa y de las instituciones defensoras de los derechos humanos. En respuesta al referido informe, el régimen desplegó a sus fuerzas represoras para detener a los representantes de Human Rights Watch y los expulsó del país.
En 2013 y aquejado por un cáncer, Hugo Chávez dejaba este mundo. Venezuela se había convertido en una anarquía, con una oposición funcional dividida y la inoperancia de los funcionarios chavistas empobrecían el país rápidamente. La extracción de petróleo se redujo y la ineficiencia e improductividad de las empresas estatales era alarmante. La corrupción, que era el mal que Chávez había jurado combatir, se había extendido por todas las esferas del gobierno que controlaba absolutamente todo. Nicolás Maduro heredó el cargo y terminó por sepultar las esperanzas de libertad del pueblo venezolano en más de una década.
Los dictadores por lo general asumen el rol de líder de un político, su personalidad obsesiva, egocéntrica, con componentes psicopáticos (a decir de varios especialistas) son indisolubles de su conducta cotidiana. La figura del dictador encarna una fantasía paternalista que le hace creer que es él el protector-benefactor de su pueblo, atribuyéndose para sí los “rasgos de sabiduría para guiar al resto de ciudadanos” (El Principe – Maquiavelo).
Es cierto que, en las dictaduras modernas, el poder se concentra en manos del dictador, a pesar de que lo más frecuente es observar a sus representantes más cercanos, “los mismos que se encargan de exaltar su figura mesiánica para llevarlo en andas de carrosas tiradas por unicornios alados hasta el Olimpo” (nótese el sarcasmo en la metáfora), ejerciendo la verdadera dirección del Estado. Esta figura que utilizan los regímenes dictatoriales, es empleada para blanquear la falsa idea de país democrático y libre.
Los antecedentes históricos que construyen la identidad de los pueblos hispanoamericanos, se encuentran nutridos por impulsos de rebeldía contra la injusticia, mismos que cada cierto periodo de tiempo y dependiendo la causa, terminan siendo potenciadas por el interés particular que tienen los individuos para garantizar la seguridad de la familia, la patria y el respeto a su fe (Dios, Patria, Familia), poniendo a la libertad como valor supremo para lograrlo. La naturaleza de un pueblo que no se rinde y sucumbe ante los eventos autoritarios, es indudablemente la libertad.
- CARLOS MANUEL LEDEZMA VALDEZ
- ESCRITOR. DOCENTE UNIVERSITARIO. DIVULGADOR HISTÓRICO. MIEMBRO DE LA SOCIEDAD DE ESCRITORES DE BOLIVIA.
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