La historia es curiosa, tiende a repetirse, lo que debería ser un factor de aprendizaje para los políticos. Lo que estamos viviendo, lo hemos vivido hace 40 años; lo escalofriante es lo “calcada” que es la situación. La llegada del MNR representó el inicio de un modelo estatista que nacionalizó las minas, lo mismo pasó con el MAS con respecto al gas. De igual forma, las dictaduras militares continuaron con este modelo estatista; hago un especial énfasis en la gestión del general Hugo Banzer, que fue un “éxito económico” que sostuvo sus gastos e inversiones a través de un fuerte endeudamiento. Podríamos decir que la gestión del MAS es una mezcla, entre las gestiones llevadas a cabo en el “doble sexenio” y las dictaduras, siendo sus pilares fundamentales el endeudamiento y el modelo estatista. En los dos periodos históricos estudiados, hubo una bonanza económica, justificada en el endeudamiento y en los precios internacionales de los recursos naturales y minerales.

Con la llegada de los años ochenta, empezó una crisis que no hizo más que empeorar con el paso de los años. El estatismo había fracasado de manera rotunda, algo que se ha probado una y otra vez. En el presente, la crisis ya está afectando a los bolivianos, el costo de vida ha aumentado y la inflación es más significativa cada día. La población se está dando cuenta de que el estatismo adoptado por el MAS es un fracaso total y que ha desperdiciado una época de bonanza única. Lo más triste de todo es que todavía la crisis no ha llegado a su punto más alto; recién está empezando.

En este momento, y comparando los periodos históricos ya mencionados, estimo que estamos alrededor del año 1982. Para ser específicos, antes de que los militares le devuelvan el poder a Hernán Siles Zuazo, un grave error, ya que la UDP no combatió la crisis, sino que la incrementó. Siles planteaba también un modelo estatista y no buscaba dar un cambio radical a la política económica. Esto, sumado a la oposición del Parlamento, terminó por sellar su fracaso. De igual forma, Siles se puso una soga al cuello diciendo que en sus primeros 100 días de gestión mejoraría la situación económica, algo que Samuel Doria Medina dijo recientemente respecto a los dólares. Repito, la historia tiende a reproducirse, por lo que sabemos qué es lo que puede suceder en los próximos años. De nosotros dependerá si queremos que esta crisis sea igual o peor que la de los ochenta, o que tenga un costo social menor.

La diferencia entre la actualidad y los periodos históricos presentados, es que contamos con recursos naturales y minerales bien valorados en el mercado internacional, en los que podemos apoyarnos para salir más rápido de la crisis. Pero también contamos con un gran problema, que no teníamos en los ochenta: el socialismo. En los setenta, el socialismo fue erradicado y, si bien había gente de izquierda, no seguía una línea radical y destructiva. Para enfrentar el socialismo se necesita una voluntad de hierro; solo así podremos salvar a nuestra nación y protegerla de amenazas externas.

Nuestra tarea es buscar una alternativa para el 2025 que tenga un plan económico completo y capaz de sanear la crisis. De igual forma, que sea gente que sepa qué es el socialismo y se le enfrente sin miedo. No debemos votar por gente tibia, mucho menos con tendencias izquierdistas. Si no queremos un gobierno como el de la UDP, debemos evitar al socialdemócrata Mesa y sus partidarios, que son tibios y a los que el MAS no para de humillar. Pero también a Samuel, quien no ha mostrado un plan económico real y quien tiene acercamientos con la izquierda internacional; dudo mucho que tenga el carácter de afrontar el costo social y al masismo.

Si escogemos bien la alternativa que afronte al MAS, la crisis no será tan crítica y el socialismo no destruirá Bolivia. Si escogemos mal, podemos afrontar una crisis peor que en los años ochenta y que pueda marcar el retorno del MAS, con más poder que antes; es una situación límite.

  • FABIÁN FREIRE
  • ESCRITOR. ESTUDIANTE DE CIENCIAS JURÍDICAS. COLUMNISTA EN EL DIARIO.
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