El día que el mundo cambió

Cuentan las crónicas del 11 de septiembre de 2001 que, el avión número 11 de American Airlines impactaba contra las Torres Gemelas. Aquella mañana, en medio de una situación confusa, el país más poderoso del planeta era víctima del mayor ataque terrorista perpetrado nunca. Cuatro aviones secuestrados por terroristas de Al Qaeda, sobrevolaban cielo norteamericano. Tras el primer impacto en el World Trade Center a las 08:52 a.m., una segunda nave se estrellaba contra la torre Sur once minutos más tarde, ante la mirada atónita del planeta. El vuelo 77 de American Airlines, se estrelló a las 09:37 a.m. contra el Pentágono y la cuarta nave que iba en dirección a la Casa Blanca, caía en Pensilvania luego de que los pasajeros y la tripulación decidiera enfrentarse contra los terroristas.

Según el investigador Jorge Sahd Karmy (Chile), a partir de este acontecimiento, se impuso el concepto de “guerra contra el terrorismo”, cambiando la guerra tradicional entre Estados, para volcar su atención en grupos de fanáticos religiosos, subversivos, políticos doctrinalmente radicales que se dedican a generar conmoción y causar zozobra. El atentado a las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001, es uno de los acontecimientos de la historia reciente de la humanidad, que perdura indeleble en el recuerdo de las personas tras más de dos décadas de haber ocurrido.

El impacto que generó el atentado a nivel mundial fue tan fuerte, que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas emitió una serie de Resoluciones obligatorias para el cumplimiento de los Estados. Se declaró al terrorismo como “crimen contra la paz”, por consiguiente, un delito de lesa humanidad imprescriptible, injustificado y al que debe combatirse con todos los medios y recursos que se tengan al alcance, en conformidad a la Carta de las Naciones Unidas.

Para Kofi Annan, “el terrorismo es el principal violador de los derechos humanos”. Por lo que se condena también a todo aquel que inspire el terrorismo, lo financie o encubra, apoyos sin los cuales los terroristas no podrían llevar a cabo sus actividades irregulares. Existe un consenso en el sentido de que el terrorismo usa la violencia de forma indiscriminada persiguiendo fines políticos. La esencia de este planteamiento estriba en que, el uso del terror busca afectar a personas inocentes en la búsqueda de generar cambios de acuerdo a la cosmovisión y doctrina que plantean los que promueven los actos terroristas, por lo que debe ser considerada y castigada como uno de los peores delitos.

Las guerras en Oriente Medio posibilitaron el surgimiento del autodenominado Estado Islámico, que habiendo logrado controlar buena parte de los territorios de Irak y Siria, se adjudicaron la autoría de una larga lista de atentados en diferentes países de Europa. Bali, Moscú, Madrid y Barcelona, Marsella, Paris, Beirut, Estambul, entre muchas otras ciudades que fueron los epicentros de las acciones subversivas, posteriores al 11-S.

Se sabe que inicialmente las organizaciones terroristas se presentan como movimientos políticos –aparentemente desorganizados y sin jerarquía– que evolucionan hacia una entidad organizada de acuerdo a las exigencias de sus actividades. Reúnen varios elementos que los caracteriza y que se replica en diferentes países del mundo casi de forma habitual; el empleo injustificado de la violencia originando terror, con lo cual pretenden actuar como una organización que persigue un fin político, con base ideológica y discursos que buscan argumentar o justificar sus actos.

Por su parte, la presencia de movimientos sociales que expresan conflictos sociales, surgen a partir de la asimilación de una identidad común, convirtiéndolos en “colectivos sociales”, reuniéndose en grupos que persiguen intereses comunes, comparten creencias, motivaciones ideológicas básicas articuladas a una ideología con las que justifican sus acciones que muchas veces ejercen una violencia forma indiscriminada persiguiendo sus fines políticos, usando el terror y afectando a personas inocentes en su objetivo de generar cambios de acuerdo a sus planteamientos que pretenden imponer por la fuerza.

Cualquier movimiento violento u organización terrorista que defiende el sustrato ideológico para justificar sus actividades irregulares, debe ser sometida a los principios de regulación de los Estados y de la Comunidad Internacional. De lo contrario, el uso de la violencia indiscriminada e injustificada busca legitimarse en manos de individuos violentos en los que prepondera únicamente su razón, su visión, sus argumentos y su narrativa.

La guerra contra el terror debe ser el acicate para que los ciudadanos de todas partes despierten y abandonen el miedo. La realidad del siglo XXI es completamente distinta a todo lo que se conocía anteriormente y las herramientas de lucha deben estar revestidas por la sensatez y la razón. Es fundamental erradicar el terrorismo y el uso injustificado de violencia por parte de colectivos sociales que buscan imponer sus ideas a la brava. Es fundamental que se recuperen las aspiraciones legítimas de los hombres de retornar al día en el que el mundo cambio, para volver a vivir en paz, con libertad, optimismo y esperanza en el mañana.

  • CARLOS MANUEL LEDEZMA VALDEZ
  • ESCRITOR. DOCENTE UNIVERSITARIO. DIVULGADOR HISTÓRICO. MIEMBRO DE LA SOCIEDAD DE ESCRITORES DE BOLIVIA.
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