Alarma ver que los llamados entendidos en economía se vayan por las ramas a la hora de proponer soluciones estructurales para la aguda crisis que vive el país.

Cuando se debe señalar al Gasto Público y su financiamiento a partir del déficit acumulado desde el 2014, parece que el problema radica en los síntomas, la escasez de dólares, la escasez de carburantes, el desempleo, la inflación, etc.

¿En qué cabeza cae que una propuesta de solución como el uso de criptoactivos tenga éxito cuando el proponente carece de credibilidad ante la ciudadanía? La diferencia entre el criptoactivo y la moneda fiat moderna radica en la autonomía de la primera en relación con una Banca Central, es decir ajena a las políticas monetarias y objetivos de Gobierno. Eh ahí su preponderancia como refugio ante la devaluación de las monedas alrededor del mundo.

Cambiar de dólares a yuanes, a rublos o reales es indistinto cuando el Banco Central de Bolivia, que es manejado por interinos con ningún tipo autonomía como autoridad, puede ser garantía de confianza para toda una ciudadanía acostumbrada a la discrecionalidad y oscurantismo de la información.

Aprobar créditos externos para que el Gobierno sostenga la misma política de incentivo a la demanda interna no solo es una total incoherencia porque la sustitución de importaciones ha fracasado, sino es un acto de soberbia absoluta que demuestra la posición inflexible de “morir con la suya”. Al profesor Marcelo Bielsa se le puede tolerar una actitud así, pero a Luis Arce Catacora que solo es testimonio de una serie de fracasos sin precedentes, no se le permite.

Señalar a la banca comercial privada como artificies intelectuales y principales beneficiarios de la especulación del dólar blue es simplemente desconocer la responsabilidad compartida del Gobierno nacional, a través de una intervención descarada de tasas de interés, cartera de créditos entre otros. La fragilidad de la banca en términos de liquidez es el saldo de la “bolivianización” como hecho político puro y no así una política económica.

Si algo medianamente puede ser considerado como Política de Estado desde el año 2006 hasta la fecha, para nuestra desgracia, es la Destrucción Sistemática de la Estabilidad de Largo Plazo. En el gobierno nacional están convencidos de las palabras de John Maynard Keynes “en el futuro todos estarán muertos” tal es así que la Seguridad Social bajo su control se ha hipotecado al Modelo Económico Social Comunitario Productivo, financiar la Inversión Pública o morir parece ser la nueva consigna. Empujar a la jubilación forzosa a los trabajadores en las actuales condiciones no tiene perdón, las rentas “miserables” con las que deben sobrevivir se están viendo licuadas por la devaluación efectiva del boliviano, alimentada por un incremento más de la masa monetario so pretexto de la reposición por desgaste.

Nuevamente ver más allá de lo cercano y no considerar si quiera que el modelo es impracticable es crucial para ahorrar al país tiempo y asumir el costo social con hidalguía y consecuencia. Luis Arce Catacora en su calidad de presidente de la República, tiene la obligación de resolver la crisis que el ayudó a engendrar en su calidad de ministro y recrudecer como primer mandatario.

Perderse en las formas y buscar paliativos que sorteen los temas de fondo, no garantizan más que incertidumbre y exacerbar el costo social, que deberán pagar tanto sus colaboradores, sus militantes y el resto de la ciudadanía no representada por el Movimiento al Socialismo.

  • CARLOS ARMANDO CARDOZO LOZADA
  • Economista, Máster en Desarrollo Sostenible y Cambio Climático, Presidente de la Fundación Lozanía
  • *NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21