Los cárteles internacionales de droga avanzan en su incursión en Bolivia. Ganan terreno, y ahora compran insumos en el país y producen y refinan su propia cocaína ‘for export’.
Cada vez que el exministro de Gobierno, Carlos Romero se refería al tema durante la gestión de Evo Morales, señalaba que Bolivia era un país tránsito y que sólo había emisarios de los cárteles internacionales que llegaban para abrir paso a la mercancía. Ahora, la ex autoridad considera que hay emisarios de estos grupos mafiosos que fabrican la droga en Bolivia.
Además, hay otros hechos que muestran que la situación se transforma. Primero, medios brasileños informan que Bolivia se ha convertido en el “santuario” del Primer Comando Capital (PCC), una de las organizaciones criminales brasileñas con tentáculos en distintos continentes. Esta semana, se supo que dos de sus líderes tienen a Bolivia como el lugar donde viven y operan. Además, la Agencia de la Unión Europea para la Cooperación Policial (Europol) consiguió desbaratar una organización internacional que purificaba droga boliviana y la llevaba hacia Europa.
En entrevista con este medio, Carlos Romero, opinó el viernes que las zonas fronterizas de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija se han hecho vulnerables, por un fenómeno nuevo que se puede advertir que se ha desatado en el último tiempo.
El narcotráfico, dijo, ya no utiliza esas líneas fronterizas para el trasiego de droga, sino para su procesamiento y refinamiento. “Hablamos de zonas como Guayaramerín, Beni; algunas poblaciones de la Chiquitanía, en Santa Cruz y el norte amazónico como Bolpebra, en Pando como parte del Chaco, Yacuiba y Monteagudo. Eso quiere decir que los cárteles ya producen y purifican su propia droga en territorio boliviano. “Amenazan con avanzar territorialmente, especialmente en Beni, en poblaciones como San Joaquín, Reyes, Santa Ana, la provincia Yacuma, la provincia Iténez, Moxos y en Santa Cruz, fundamentalmente en la Chiquitania”, dijo la exautoridad.
El especialista en temas de seguridad, Samuel Montaño, aseguró que es verdad que los narcotraficantes ya no utilizan a Bolivia sólo como tránsito, sino que “ganan territorio. Lamentablemente, a partir del gobierno de Evo Morales se flexibilizaron las medidas de control en la producción de coca, y Chapare se ha convertido en un territorio de nadie”.
Para los cárteles, según Montaño, esto ha calzado como anillo al dedo. “Las organizaciones internacionales compran la coca y han encontrado en Bolivia un país que les facilita medios logísticos”.
Por ejemplo, mencionó que, en el país, “y nadie se dio cuenta, salvo algunos medios estadounidenses, recientemente se firmó un decreto autorizando la instalación de dos surtidores de diésel, que es una materia prima esencial para la producción de pasta base, en el trópico de Cochabamba. Se terminó el contrabando de diésel a las zonas productoras de droga, ahora está a la mano en estos surtidores que no se justifican de otra manera”.
El experto señaló que los cárteles tienen en Bolivia las condiciones para comprar todos los elementos para producir “en nuestro territorio la pasta base, también para refinarla y convertirla en clorhidrato de cocaína, droga de máxima pureza, y exportarla. Los sembradíos de coca, en Chapare y en Los Yungas se han incrementado, porque tienen un gigantesco mercado con los cárteles”.
Por su parte Carlos Romero insistió que esto no significa que los cárteles internacionales se hubieran establecido en Bolivia. “No hay estructuras montadas. Son empresas transnacionales vinculadas al delito transnacional, tienen factorías, centros de comercialización, mercados de consumo local, de exportación, eso es gigantesco”.
Insistió en que como en toda industria, “los emisarios se desplazan para conseguir materias primas, controlar rutas, contratar servicios y procesar pasta base”.
Para Montaño, “los capos de los cárteles y su presencia en Bolivia obedece a que ya no hay emisarios. Yo los llamaría embajadores de las grandes organizaciones criminales de México, Brasil y Colombia”, complementó.
Para Romero, “eso está ocurriendo en Bolivia, los cárteles han ubicado lugares que tienen debilidad estatal en nivel local, intermedio y nacional”. Explicó que el narcotráfico transnacional trata además de involucrar a la población, en torno a la que genera su dinámica económica con lo que logran cierto nivel de legitimación.
“Hay un avance territorial, sistemático, que es consubstancial a un debilitamiento institucional en los mecanismos de lucha contra el narcotráfico, especialmente en estas zonas de Beni y Santa Cruz”.
Un reportaje del periodista Marcelo Godoy, publicado por el diario O Estado de San Paulo, de Brasil, en octubre del año pasado señalaba que Bolivia se había convertido en una especie de santuario del PCC. En coincidencia con el exministro Romero, indicaba que la dificultad de actuación de la Policía Federal (PF) en coordinación con las autoridades bolivianas aceleraron el mencionado proceso.
Los narcos brasileños del PCC, decía el reportaje, invierten en joyas, clínicas médicas, restaurantes, haciendas y pasean, junto a sus familias, con tranquilidad en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. Fotografías y mensajes inéditos obtenidos por ejemplo de los teléfonos celulares del narcotraficante Anderson Lacerda Pereira, alias el Gordo, e informaciones de inteligencia de la Policía Federal y de la Policía Civil de San Pablo mostraban la ostentación y lo cotidiano de los líderes del cartel. Dueño de una red de clínicas médicas en San Pablo, el Gordo estaría invirtiendo en el mismo rubro en Bolivia.
En la última semana se supo que luego de que Marco Willians Herbas Camacho, conocido como Marcola, y parte de la cúpula del PCC fue detenido y encarcelado en el sistema penitenciario federal brasileño, toda la acción de mando estratégico de la banda criminal fue transferida y está actualmente en manos de dos hombres prófugos: Marcos Roberto de Almeida, de 51 años, conocido como Tuta, y Valdeci Alves dos Santos, de 50 años, conocido como Colorido. Según el Ministerio Público, son prófugos de la justicia y viven en Bolivia.
Pese a eso, Carlos Romero insistió en que ellos siguen siendo emisarios. “El razonamiento de un cártel es el de cualquier empresa. Aquí opera la economía política del narcotráfico. Es muy versátil su funcionamiento y se mueve donde se debilita la presión. Si usted aplica presión a un globo el aire se desplaza a otro lugar donde no hay dicha presión”. Eso no implica que los cárteles se hubieran asentado en territorio nacional, pero advierte que su influencia ha crecido.
El narcotráfico no es “nacionalista, se instalará donde hay condiciones favorables para ello, donde hay un debilitamiento institucional y crecimiento territorial, en consecuencia”.
El 18 de febrero, Europol ejecutó una operación de manera simultánea en Brasil, España y Paraguay, tras dos años de seguimiento en los que participó la DEA, la Policía Federal brasileña y la Secretaría Antidroga de la Presidencia paraguaya. Unas 45 personas fueron detenidas.
Las autoridades descubrieron una infraestructura de producción de cocaína en Bolivia “con líneas logísticas y de suministro en Brasil, Paraguay y Uruguay”. Este negocio era controlado por narcotraficantes brasileños donde opera el PCC y el Comando Vermelho. La investigación también descubrió que los centros de comando y control de la organización criminal estaban en Dubái”. La organización criminal montó allí una red de empresas para el lavado de las ganancias.
El exministro opinó que este hecho confirma que hay lugares en los que los cárteles producen drogas, “este operativo nos muestra la vulnerabilidad de los parques nacionales, como el Noel Kempff. En definitiva, consideró que la situación del narcotráfico es peligrosa en el país, hay avances territoriales, y combinación de actividades, ya no son solamente tránsito, sino producción y purificación. Todo, por un debilitamiento de la presión, vuelvo al efecto del globo”, aseveró.
Para Montaño, la Europol ha tenido que tomar el lugar de la DEA, ante su fracaso “porque no es un organismo represor de la producción, sino regulador. Y Bolivia es un dormitorio de los capos de cárteles de México y Brasil, por lo que ocurre en Chapare, donde no hay ley”.
//FUENTE: EL DEBER//