Todos estamos impactados y asombrados por esa maquinaria asesina que ha puesto en marcha Nicolás Maduro en Venezuela, luego de perder las elecciones el pasado domingo. Aparte de los discursos incendiarios, irresponsables y propios de delincuentes y mafiosos que se han hecho del poder, es importante recordar, que la represión no solamente se circunscribe a los hechos de estos últimos días.
La inhabilitación de candidatos, el destierro, el exilio, el éxodo de sus habitantes, las desapariciones forzosas que realizan tanto las fuerzas represivas del Estado, como sus círculos bolivarianos o círculos del terror como le llama la gente, que no son otra cosa que los comités de defensa de la revolución en Cuba o los movimientos sociales en Bolivia, similares a los grupos paramilitares que operaban en las dictaduras militares de la década del 70 y 80.
Chávez y Maduro, tienen un historial sanguinario de represión muy amplio.
El 2014 la represión de las protestas tuvo 43 fallecidos, 486 heridos y 1,854 detenidos, en el 2017 fueron 163 muertos, 2.977 heridos y 1.351 detenidos.
A raíz de estos hechos, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU abrió la Misión Internacional Independiente de investigación de los hechos sobre Venezuela, después de una resolución a raíz la publicación del informe Bachelet presentado en 2019, que dice que desde 2016 el gobierno de Maduro y las instituciones del Estado han puesto en práctica una estrategia «orientada a neutralizar, reprimir y criminalizar a la oposición política y a quienes critican al gobierno», denunciando la ejecución extrajudicial de 6.800 personas por parte de las fuerzas del Estado en Venezuela entre enero de 2018 y mayo de 2019.
Hago recuerdo de estos hechos y de este informe para que el mundo sepa a qué tipo de dictadura nos estamos enfrentando quienes creemos en la democracia, la libertad y la justicia.
Con estos delincuentes, no caben las medias tintas, ninguno de los gobiernos que lo ha reconocido respeta los DDHH, tiene elecciones libres, tiene alternabilidad de poder. Rusia, China, Irán, Bolivia, son dictaduras cuyo único fin es debilitar y destruir la democracia representativa y participativa que existe en la mayoría de nuestros países. Ellos a través del cartel de los soles, las FARC, el ELN, Hezbola, los productores de coca del Chapare, definieron el tráfico de drogas como un arma “antiimperialista” y por lo tanto consideran el narcotráfico y la exportación de droga a los países democráticos, como una forma de debilitar la sociedad.
La represión política y social seguirá porque esta negación de la libertad ira acompañada de violencia inhumana, tanto legal como informal. La criminalidad de Estado es una categoría de crímenes de índole mayor, propios del poder político y de mentes enfermizas y delincuenciales, son crímenes del Poder, porque el poder lo ejercen de una manera autoritaria, arbitraria y abiertamente criminal.
Desde el lugar donde estemos apoyemos a Venezuela, démosle animo a todos esos hombres y mujeres que resisten en las calles, presionemos a nuestros gobiernos para que no reconozcan la dictadura, aislemos por completo esa impostura, porque quienes amamos la libertad no podemos tolerar imposturas, fraudes ni genocidio contra un pueblo valeroso e indefenso que lucha por su libertad.
- GUIDO ÁÑEZ MOSCOSO
- Exdiputado Nacional, Exministro De Estado. Asilado Político.
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