Derrumbando el muro de la ignorancia y de un fracasado Modelo Económico Social

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JORGE ESPAÑA

Cuando Luis Arce Catacora era Ministro de Economía y Finanzas de Evo Morales, allá por el 2014, y tenía que hacer buena letra para que su jefazo lo mantenga en el cargo, hablaba públicamente sobre las grandes bondades del Modelo Económico Socialista Comunitario Productivo.

Se recordará que hacía referencia con acentuado énfasis, sobre los colapsos financieros de los Estados Unidos, Irlanda o Grecia que podían considerarse como una señal de los tiempos para que Bolivia no termine igual que esos países.

Cometía, sin lugar a duda, un acto de deshonestidad intelectual porque jamás mencionaba que los modelos económicos socialistas que por oposición seguiría en su plan maestro, de manera sistemática en todo el mundo en ese momento y hasta ahora siguen en un fracaso de proporciones bíblicas.

Arce Catacora decía: “No es la pretensión del Modelo Económico Social Comunitario Productivo ingresar directamente al cambio del modo de producción capitalista, sino, sentar las bases para la transición hacia el nuevo modo de producción socialista”.

¿Modo de producción socialista de la Cuba de Castro? ¿Modo de producción socialista de la Venezuela de Chávez? O ¿Modo de producción socialista de la Nicaragua de Ortega?

El que advierte nunca traiciona: Arce Catacora no pudo ser más claro, allá por 2014 ya tañía las campanas del augurio: nos iba a conducir con su recetario para el perfecto desastre al socialismo del siglo XXI, versión andino-amazónica.

Decía también y lo vuelvo a citar: “Bolivia, navega en semejante turbulencia mundial con cierta comodidad, debido a que desde hace cinco años la administración del presidente Morales tomó previsiones para estimular el mercado interno y no depender exclusivamente del externo; asimismo, ubicó al Estado en una posición expectante, al otorgarle funciones como las de planificar la economía, administrar empresas públicas, invertir en el sector productivo, asumir el papel de banquero (…)” (sic).

Es decir, (supuestamente) estábamos frente a una economía boyante, y lo vuelvo a citar textualmente: “gracias a que el Presidente Evo Morales (2014) había logrado que dejemos de depender exclusivamente del mercado externo”.

¿Y ahora qué pasó?

¿Será que volvimos a depender del mercado externo porque Evo ya no es Presidente? ¿Evo era el que evitaba que dependamos del mercado externo? ¿Hay algún tipo de cambio en la política económica exterior de Bolivia de la que no nos informó nadie? ¿O es que efectivamente nunca dejamos de depender del mercado externo, porque el 2014 exportábamos 6.624 millones de dólares por la venta de hidrocarburos y ahora, que no hay gas, ni se hicieron inversiones de exploraciones, solamente ingresan 2.058 millones de dólares por esas exportaciones?

Para el caso, el bendito Modelo Económico Socialista no había servido para nada. Daría lo mismo no haberlo tenido. Nos hubiéramos ahorrado un viaje de 10 años por la pendiente de bajada. Porque quedó por demás demostrado que el “Modelito” solo era útil en bonanza, en jauja y para el derroche de obras faraónicas millonarias: Parlamento Suramericano, Casa del Pueblo, Aeropuerto en Chimoré, estadios donde no hay ni agua potable, etc., que le costaron al erario público más de 1.000 millones de bolivianos.

Hay carestía, demandas insatisfechas, cada vez menos ingresos o menor poder adquisitivo para la población (13% de depreciación, 2023 – 2024); además, todas las formas posibles del desempleo (85% de la PEA en informalidad) y una acrecentada necesidad social de respuestas sin eco.

Ese Modelo Económico de autoría del entonces Ministro de Economía (Arce Catacora) solo merece convertirse en una pieza de colección más del museo de la infamia, del estatalismo despilfarrador en las ignotas tierras de Orinoca, financiado por un monto de 7 millones de dólares que salieron de tu bolsillo, del mío, de todos.

¿Administrar las empresas públicas?

No hay responsables por el gigantesco déficit de estas empresas públicas – 393.247 millones de dólares de pérdidas a la fecha. Nadie es procesado por el inminente latrocinio en el que ya están inmersos los supuestos bienes del Estado. No hay ni uno solo procesado por haber dilapidado el dinero de los millones de bolivianos y no lo habrá. Ni Melgarejo se atrevió a tanto.

¿Inversiones extranjeras?

Otra vez en una total falta de honestidad intelectual, ahora tampoco nos dice el autor del “Modelito”, por qué seguimos calificados en riesgo país como CAA3. Es decir, a un paso de la calificación más baja; por lo cual si antes nadie quería invertir un mango en Bolivia, ahora mucho menos con un tanque metiéndose por la puerta de Palacio Quemado.

¿Asumir el papel de banquero?

Estamos ante una pantomima de generación de riqueza. Se entreveran los datos para que se publiciten en gigantografías: “3,1% de crecimiento del PIB; la segunda mejor economía de la región”. Se ocultan datos del INE y de toda fuente estatal para contrastar y verificar lo que es evidente: la moneda nacional se devalúa día con día; y solo falta confirmación que bajo la férula del Ejecutivo no se estén “fotocopiando” billetes de alasitas para pagar el enorme gasto público.

En resumen, estamos viviendo nomás las consecuencias de ese deseo infantil que les dio a los populistas estatalistas, al querer meternos en una caja a todos para jugarse a Bob el constructor, a la tiendita, a la empresita pública, a los avioncitos, a la escuelita y ahora también a la del banquerito del juego de Monopoly.

¡Dios salve a Bolivia!

JORGE ESPAÑA LARREA
Abogado. Sociólogo
*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21