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FABIÁN FREIRE
Hace un tiempo escribí sobre el gran Julio César. Viendo la escasez de líderes en Bolivia y la mediocridad de los políticos, creo que es oportuno volver a hablar del gran comandante romano, inspiración para muchos de los seres humanos más relevantes de la historia.
La figura de César ha sido “satanizada” a lo largo de los siglos, la gente piensa que fue un tirano déspota, sin realmente leer la historia. Hablamos de uno de los políticos más astutos de todos los tiempos, un general con grandes méritos, similares a los de Alejandro Magno, y un gobernante sabio, capaz de guiar a su pueblo a una nueva era de prosperidad.
Hablamos de un general amado por su pueblo, pero repudiado por el Senado romano, que se vio en peligro por el descomunal ascenso de César, quien logró convencer a los hombres más poderosos de Roma para obtener el puesto de cónsul, formando el triunvirato más famoso de la historia, mostrando sus habilidades de político y para negociar.
Después de la “traición” de sus aliados y el fin del triunvirato, César mostró un gran espíritu de lucha y decidió buscar en el campo de batalla la gloria denegada por el senado. Se lanzó a la conquista de Galia, territorio “maldito” para los romanos y nunca conquistado. Luego de arduas batallas y con estrategias innovadoras, César logró conquistar Galia, un hito único en la historia romana.
Después de su épico triunfo, Pompeyo, su más grande rival, se encaró contra él en una guerra civil por el dominio de Roma. César logró otro gran triunfo y sus siguientes peripecias lo llevaron alrededor del mundo antiguo, terminando en Egipto. Por amor a Roma y viendo el fracaso de Marco Antonio como gobernante, decidió retornar para sacar a su “nación” de la dura situación por la cual pasaba. Eso es lo que realmente hace un líder, sacar a su país de la crisis y tratar de darle políticas para la estabilidad a largo plazo, darle un verdadero salto cualitativo.
Sus reformas, como la imposición del calendario, la ciudadanía romana igualitaria para todos o la nueva forma de gobierno, le permitieron a Roma convertirse en un gran imperio.
Hablar de César es hablar de un líder único, no solo capaz de triunfar internamente sino también conseguir éxitos geopolíticos únicos; capaz de imponer un sentimiento de pertenencia romana a territorios alejados de la misma Roma y, sobre todo, de ser querido por su pueblo.
Mostró que un buen líder debe ser hábil como gobernante, capaz de dictar políticas coherentes para impulsar a Roma a un nuevo estatus. De igual forma, fue un gran diplomático, creando grandes alianzas y también luchando en contra de las amenazas contra Roma.
Finalmente, según relatos históricos fue un gran orador, con un gran carisma capaz de lograr lealtad pura por parte de sus seguidores, tanto por el ejército como por el pueblo.
Su más grande enemigo fue el senado romano, senado gobernado por las elites tradicionales romanas, quienes vieron su poder amenazado. César entendió que la situación de Roma era crítica y que su sistema político debía ser modificado para una mejor administración, pero sobre todo para impulsar el poder romano. Su error fue no cuidarse de los senadores y de los políticos, ellos terminaron dándole fin, para hacerlo más trágico, su mismo hijo adoptivo.
Un buen líder siempre debe inspirarse en Julio César, debe contar con sus virtudes; una idea clara para su país, ambición para lograr éxito en lo interno y en lo externo, ser un líder para su pueblo y ser capaz de dictar reformas trascendentales para lograr la estabilidad a largo de un país. De igual forma, debe ser un líder astuto, un negociador nato y poseer un gran carisma. Tener todas estas cualidades se traduce en triunfar en política.