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CARLOS LEDEZMA

Cuentan las crónicas del 18 de mayo de 2018 que, un avión de la línea aérea Cubana de Aviación, se estrellaba poco tiempo después de despegar desde La Habana, dejando más de un centenar de fallecidos. Los accidentes aéreos durante la segunda mitad del siglo XX fueron una constante en la isla. El 3 de septiembre de 1989 un Ilyushin 62 con destino a Milán (Italia), caía cerca al aeropuerto de La Habana, mueriendo 113 turistas italianos.
Para el 24 de octubre de 1990, un Yakolev-40, caía cerca al aeropuerto de Santiago de Cuba, accidente en el que perdieron la vida 11 de los 31 ocupantes. El 11 de julio de 1997, tras fallar el motor del avión Antonov-24 perteneciente a Cubana de Aviación, este se precipitaba al mar, falleciendo todos los ocupantes de la nave (44). El 15 de marzo de 2002, 16 turistas europeos tripulantes de un Antonov AN-2, -perteneciente a la Empresa Nacional de Servicios Aéreos– morían al estrellarse la nave que los conducía de Cienfuegos a Jardines del Rey en la isla cubana.
Un Yak-40 de fabricación soviética, perteneciente a Cubana de Aviación terminaba por venirse a tierra el 24 de octubre de 2010, en aquella ocasión, sólo 10 de los 31 tripulantes de la nave perdieron la vida. Unos días más tarde, un avión ATR-72 de la compañía AEROCARIBBEAN se estrellaba en la provincia de Sancti Spiritus, muriendo sus 68 ocupantes. El 29 de abril del año 2017, un avión de las Fuerzas Armadas de Cuba, se estrellaba contra la loma de la Pimienta en la provincia occidental de Artemisa, accidente en el que murieron sus ocho tripulantes.
Una larga lista un tanto inusual, incluso llamativa de accidentes se han venido registrando en las líneas aéreas: Cubana de Aviación y otra paralela de vuelos chárter que se creó bajo el gobierno de Fidel Castro el año 1982 con el nombre de Aerocaribbean. Los accidentes se han venidos acentuando de forma notable desde la década de los años ochenta, contando en su haber la aeronáutica civil cubana con uno de los peores records de seguridad en vuelos comerciales, mismos que recién hace algún tiempo comenzaron a darse a conocer, influyendo en el ánimo de los visitantes a la hora de viajar a la isla.
Aun con todo, hasta hace algunos años la actividad turística resultaba ser una fuente importante de divisas para un país que ha espantado en su totalidad a los inversionistas y que competitivamente ha perdido la calidad de servicio en relación a la que ofrecen otros países del Caribe. Desde mediados de la década de los años noventa, la isla de Cuba reportaba alrededor de 4,7 MM visitas por año, haciendo un llamado más fuerte al turismo nostálgico proveniente del Norte. Para el año 2023, la isla apenas reporta una cuarta parte del número de visitas que recibía antes de la pandemia.
El turismo resulta ser un “sector estratégico” para el régimen cubano, a pesar que sigue marcado por las magras cifras de los años anteriores que parece poco probable poder repuntar. La profunda crisis social y política que viene atravesando el pueblo cubano desde hace varias décadas perjudica al propósito de recuperar la actividad, debido a que muchos de los visitantes no recomiendan la visita en páginas web por la mala experiencia de su visita.
La escasez de productos básicos, así como las de divisas internacionales, la atención en cuanto a los alimentos en los hoteles, los cafés y restaurantes, apagones de luz constantes, por no mencionar la enorme cantidad de vehículos de alquiler para turistas que se quedan a mitad de camino por falta de combustible, son algunos de los motivos por los cuales varios de los visitantes no volverían a Cuba.
Otras de las causas que se menciona, tienen que ver con el enorme deterioro en cuanto a la calidad en los servicios, en relación a destinos altamente demandados de la región como Punta Cana (República Dominicana) o Cancún (México) que reflejan en sus indicadores los máximos históricos de visitas.
La actividad turística en Cuba está manejada exclusivamente por el Grupo de Administración Empresarial de las Fuerzas Armadas, limitando la competitividad y desincentivando la inversión privada. En la actualidad el sector turístico se encuentra sumido en una profunda crisis, a pesar de los múltiples intentos por parte del régimen por reactivarlo. Estados Unidos no es más el mercado más atractivo, debido a que grupos de activistas cubanos desarrollan campañas masivas de #notraveltocuba, buscando visibilizar las terribles violaciones de derechos humanos que se producen en la isla.
La belleza y encanto natural de Cuba, no logran competir fácilmente con los servicios e infraestructura muy superiores a los de otros destinos turísticos administrados por privados, mismos que tienen ofertas más atractivas en cuanto a precio, calidad y seguridad. Las medidas internas del gobierno cubano suman para el fracaso de sus políticas de desarrollo de la actividad turística, suspendiendo permisos a cuentapropistas o trabajadores independientes del sector privado, coaccionando y coartando libertades, mostrando únicamente un futuro poco halagador.
El futuro continúa siendo incierto. En los países que viven bajo los preceptos ideológicos cubanos, los inversionistas privados terminan por alejarse, llevando sus capitales a países que les brinden seguridad jurídica y condiciones equilibradas para crear empresa, empleo y desarrollo; mientras los gobiernos miran impávidos en espera de que comiencen a caer sus aviones, sus empresas “públicas” y su economía, lógicamente, sin responsabilidad alguna. En medio de esta incertidumbre, lo único cierto es que existe un modelo llamado “socialismos del siglo XXI”, que ha marcado el rumbo de un auténtico fracaso.

CARLOS MANUEL LEDEZMA VALDEZ
Escritor. Docente universitario. Divulgador histórico. Miembro de la Sociedad de Escritores de Bolivia.
*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21