El censo de la desconfianza y el sentido de pertenencia

GUIDO AÑEZ

Para lograr este Censo Nacional de Población y Vivienda, Santa Cruz se tuvo que sacrificar 36 días de paro, que resultaron en una victoria, pero al mismo tiempo en un desgaste económico, con nuestros dirigentes enjuiciados y con una población cansada por estos métodos de protestas que, para una sociedad económica, son muy duros.

Nuevamente Santa Cruz se sacrificó en beneficio de todo el país.

Por fin llego el día del censo, con más de un año de atraso; espero haya recibido al censador en su casa con cariño, con respeto, ellos son voluntarios que hacen una labor sin recibir nada a cambio, ellos no han hecho las preguntas, ni han definido los formularios, ni son los que tabularán los datos finales.

Yo era autoridad cuando se desarrolló el Censo de 1992, en la Presidencia de Jaime Paz Zamora, fue un día festivo de mucho patriotismo, de participación ciudadana disciplinada comprometida, donde la confianza en la veracidad de los resultados era plena, hoy vivimos un proceso de deterioro tan grande de todo lo que se hace desde el Estado, que ya no hay confianza en nada, la gente cree que los resultados serán manipulados, que los datos serán alterados, que hay que cuidarse de contestar ciertas preguntas para evitar que el Gobierno las utilice en contra de la gente.

Vivimos una etapa muy complicada de nuestra sociedad por la falta de libertad y democracia.

Me ha llamado mucho la atención la actitud de muchos migrantes que viven en Santa Cruz, que trabajan en Santa Cruz, que decidieron llevar a su familia a Santa Cruz para tener mejores condiciones de vida y el día del censo se vuelven a sus regiones por consigna a sus lugares de origen a ser censados. Eso es como tirarse un tiro en el pie, son los migrantes de escasos recursos los que necesitan más escuelas, más hospitales, más postas sanitarias, más presupuestos para sus municipios, y son los que ingresan a la universidad pública. Realmente es una lógica absurda y poco inteligente en lo práctico y que repercutirá en su diario vivir.

Lo preocupante es que esos migrantes no han adquirido el sentido de pertenencia, que es la conexión, la aceptación y el sentimiento de pertenecer a un grupo, a un sector a una ciudad o a una región. No la sienten a Santa Cruz como suya, no la aman como amamos los cruceños a nuestro departamento.

No se dan cuenta que el sentido de pertenencia tiene un impacto significativo en la capacidad de crecer y tener éxito tanto en lo personal como en lo cultural, sentirse parte de una comunidad que le ha abierto las puertas para que puedan desarrollarse y que les garantiza que van a vivir mejor que en sus lugares de origen, es asegurar el futuro de sus hijos que van a tener una cultura distinta a la de sus padres y seguro que van a aprender a amar a Santa Cruz como la amamos quienes nacimos en esta tierra.

Los líderes de nuestro departamento tienen un papel fundamental en la creación de ese sentido de pertenencia a lo cruceño que tienen que tener los migrantes, es un trabajo pendiente que consiste en reconocer y abordar las barreras que están impidiendo que todo el que llega a Santa Cruz tenga una plena integración, que esté dispuesto a asumir nuestros valores, nuestra forma de ser, nuestra alegría, sintiéndose orgullosos de sus raíces pero sabiendo que su futuro y el de sus hijos se forjará en esta tierra que escogieron para tener mejores condiciones de vida.

Santa Cruz y el oriente boliviano van a seguir siendo en los próximos años los lugares de migración desde el occidente, por lo que debemos saber cómo logramos procesos de integración de los migrantes a nuestra cultura, nuestro modo de vida y a nuestro ser oriental.

GUIDO ÁÑEZ MOSCOSO
Exdiputado nacional, exministro de Estado. Asilado político.
*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21