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JIMMY ORTIZ
Nuestra historia comienza con la fundación de Santa Cruz la vieja, el 26 de febrero de 1561, realizada por españoles, criollos e indígenas llegados de la ciudad madre Asunción del Paraguay, así como por indígenas locales. Fuimos una ciudad mestiza desde nuestro origen, forjada con el vigor del viejo y del nuevo mundo, durante la época del Renacimiento. Tenemos un origen étnico, cultural e histórico diferente a Bolivia, a la que nos unimos en 1825, después de 260 años de tener vida propia.
Nos liberamos con nuestro propio esfuerzo de la Corona Española, con el único apoyo de las Provincias Unidas del Río de la Plata (hoy Argentina), al mando del General Manuel Belgrano. Ni colombianos ni altoperuanos tuvieron algo que ver con nuestra independencia, la que logramos el 14 de febrero de 1825, 6 meses antes que Bolivia.
Desde el principio de la historia republicana, Santa Cruz fue olvidada primero y maltratada después, por el Estado boliviano. Fueron raros los momentos de armonía. Nos queda claro que el andinocentrismo, quiere una Santa Cruz sin cruceños; aunque sin nosotros ni viven ni comen. A continuación, muestro una serie de hechos, que demuestran lo expresado, sin pretender agotar el tema:
1) El memorándum de 1868, muestra uno de los primeros atropellos del centralismo contra Santa Cruz. Aquí una parte saliente de este importante documento histórico; olvidado en las páginas del tiempo: “vino a sorprendernos el tratado de límites con el Brasil, cuyo artículo 2° frustra nuestras risueñas esperanzas, despojándonos de varias i mui extensas, al par que ricas porciones de territorio, dejándonos sin puertos propios i sujetando del todo nuestro comercio i nuestra frontera a discreción del poderoso Imperio, cuyas usurpaciones i tendencias absorbentes se pretende legitimar”.
2) Luego vino el memorándum de 1904, donde Santa Cruz muestra su potencialidad, frente al olvido boliviano. Aquí una parte saliente de este memorándum: “hemos enviado al Congreso para que aboguen por los intereses del Oriente y Noroeste de Bolivia; pero una larga y dolorosa experiencia de más de 70 años, nos ha persuadido de que los pueblos occidentales de la región andina, cuyos intereses son más o menos solidarios entre sí, no toman en cuenta los intereses y el progreso de los pueblos orientales, que bien comprendido, son los intereses más importantes, para el bienestar general de la Nación, y la mayoría parlamentaria del Occidente, ahoga las opiniones de la minoría del Oriente”.
3) Santa Cruz ha recibido 8 ataques armados hasta el presente, de parte del centralismo andino, durante la época republicana: El primer ataque fue en 1877 contra nuestro prócer Andrés Ibáñez. El segundo fue en 1891 contra la Revolución de los Domingos. El tercero fue en 1892, conocido como la Masacre de Kuruyuki, contra nuestros ancestros guaraníes. El cuarto fue 1924 contra el movimiento Ferrocarril o Nada, ataque comandado por el alemán Hans Kundt, que dirigió años después la Guerra del Chaco. El quinto ataque armado fue en 1958, contra el pueblo cruceño y en especial contra el Comité pro Santa Cruz, que buscaba el pago de sus regalías petroleras, durante las luchas cívicas del 11%. El sexto ataque se desató en 1959, y fue una continuación del anterior. Durante este ataque, la voluntad del andinocentrismo quedó explícita, cuando el ministro de Gobierno Walter Guevara Arze, amenazó desde los balcones de nuestra Prefectura, ofreciendo 50.000 pasaportes para que los cruceños abandonemos el país. El séptimo fue en 2008, denominado el Cerco a Santa Cruz, durante la presidencia de Evo Morales. El octavo ataque fue el montaje del Hotel Las Américas del 2009, verdadero caso de terrorismo de Estado contra Santa Cruz, pretendiendo acallar nuestra resistencia democrática.
4) Muchos de los funcionarios públicos en Santa Cruz, son traídos desde las alturas andinas, lo cual es motivo de un reclamo constante de los colegios profesionales cruceños, mostrando con ello un trato discriminatorio y colonial, contra los oriundos de esta tierra. La presencia de cruceños en el gobierno central y otras dependencias del Estado, ha sido históricamente entre escasa y nula.
5) El avasallamiento de nuestras áreas protegidas y predios privados productivos, ha sido una constante, especialmente en este último tiempo que gobierna el MAS, con sus, dizque, interculturales. El ataque armado contra periodistas, en el predio Las Londras, es uno de los casos más emblemáticos. La siembra de coca para en narcotráfico y las fábricas de cocaína en áreas protegidas, un tema común. Cabe destacar que la coca es ajena a la cultura Camba.
6) La marginación de la rica historia cruceña en los colegios, universidades y en los actos de Estado, es otro rasgo clarísimo de genocidio cultural contra esta tierra fraterna, que acoge en su seno a gente venidas de todas partes de la república, en busca de su tierra prometida. La machacona imposición de la Wiphala, representativa del MAS y de la cultura andina, corrobora nuestra afirmación.
7) Las trabas continuas al sector productivo cruceño, es otra de las muestras de lo afirmado. Sector productivo que garantiza la soberanía alimentaria de Bolivia, la generación de empleo, impuestos y divisas vía exportación. Se ha llegado al extremo de prohibir sus exportaciones, con el afán de destruirlos.
8) El secuestro de nuestro gobernador, Luis Fernando Camacho Vaca, elegido por voto popular con el 55,64% de la población cruceña, esgrimiendo el falaz pretexto del golpe de Estado 2019, priva a Santa Cruz de su principal figura política, dificultando nuestro progreso y bienestar.
9) Pero el epitome de este genocidio étnico cultural contra Santa Cruz, es la pretendida construcción de la carretera Porongo-Buena Vista, que dañará el acuífero Güendá- Urubó y el Parque Amboró, poniendo en peligro el suministro de agua potable, para el área metropolitana de Santa Cruz y la vida de sus 3 millones de habitantes.
Como ciudadano de esta tierra, pido a nuestras autoridades y líderes regionales, denunciar este genocidio ante la comunidad internacional, especialmente al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, a tiempo de pedir que se envié un relator especial, para que verifique la denuncia. Todo esto sin perjuicio de que Santa Cruz tome también las medidas que sean necesarias para impedir este genocidio, en uso de nuestra legítima defensa.