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ESTEBAN BURGOA
El liberalismo en la historia política reciente comienza a tomar un nuevo impulso, actualmente se está redescubriendo la tradición liberal, sus aportes y autores, en consecuencia, la influencia de las ideas de la libertad es cada vez más relevante en el debate político.
Por ello, es de esperar que sus detractores acudan a sus viejas artimañas para menospreciar este conjunto de ideas, y lejos de hacerlo con argumentos coherentes consecuencia de una profunda reflexión de ideas contrarias, lo hagan a través del sentimentalismo, la aplicación de chivos expiatorios y la tergiversación del lenguaje, el mejor ejemplo de este hecho es la palabra “neoliberalismo”.
Palabra altamente despectiva, que hace referencia a supuestas políticas aperturistas al mercado, que procura las imposiciones externas con fines coloniales para el sometimiento de las naciones tercermundistas, o al menos eso nos hacen creer.
En mi corta existencia nunca tuve la suerte de encontrarme con persona alguna que se defina neoliberal, me encontré con liberales, libertarios, anarcocapitalista, paleolibertarios y otras variantes del liberalismo, pero jamás de los jamases con un neoliberal, por otro lado, tampoco encontré referencia bibliográfica que propugne las ideas del neoliberalismo, su doctrina y principios, a lo mucho, los únicos que hacen uso de esta palabra en sus teorías, son sus detractores.
Por lo que nos dan a entender los intelectuales de izquierda, el neoliberalismo más que una ideología sería una doctrina económica (las ideologías comprenden varios campos de las ciencias sociales como ser: filosofía, derecho, economía etc, mientras que una escuela del pensamiento económico solo se dedica a la economía), propugnado por entidades supranacionales como el Banco Mundial y el FMI, para desmantelar este argumento es importante entender la evolución e historia de la tradición liberal.
De buenas a primeras se debe decir que neoliberalismo y liberalismo no son sinónimos y que el primero no es una corriente del segundo, ni tampoco su evolución, la palabra neoliberal tiene como origen al pensador socialista Alexander Rustow, el cual en 1938, desilusionado por los resultados económicos en la Unión Soviética busca concatenar el socialismo y el liberalismo, por otro lado, el economista austriaco, Luwig Von Mises, el cual es acusado de neoliberal constantemente, usaba este término para referir de manera despectiva a aquellos socialistas que se hacían pasar por liberales.
En lo referido a lo que es historia del pensamiento económico, actualmente hay dos escuelas que representan e influencian al liberalismo: la Escuela Austriaca y la Escuela de Chicago o Monetarista, ambas corrientes propugnan en mayor o menor medida la apertura al mercado, el libre comercio y la libertad económica, la cuestión radica en que entre ambas escuelas y sus diferente vertientes hay debates importantes sobre cómo abordar cuestiones como lo fiscal y lo monetario, pero adivinen, para los intelectuales de izquierda, todos son neoliberales, poner en la misma bolsa a Hayek y Friedman es una irresponsabilidad intelectual.
Es bastante cómico el hecho de que también se considera neoliberal a las políticas económicas aconsejadas por entidades como el Banco Mundial o el FMI, las cuales son totalmente contrarias a las escuelas de Chicago y de Austria, e incluso tienen su origen en las ideas de Keynes, mismo que propugna una participación activa del estado en la economía, hecho que cualquier persona con dos dedos de frente puede ver que es una idea totalmente contraria al liberalismo.
En resumen, neoliberalismo es una palabra hueca, sin contenido y un perfecto chivo expiatorio, puesto que cuando lo atacas o lo usas para justificar tus errores, no hay ser ni idea que acuda en su rescate, puesto que nadie ni nada se asume como neoliberal, es la herramienta perfecta de la izquierda para echarle la culpa a lo que sea de sus crasos desaciertos.
Hasta cierto punto es entendible que aquellos que desconocen de historia económica caigan en el mal uso de este término, pero que un economista lo haga, eso si es realmente serio, llegué a pensar que cualquiera economista que use la palabra neoliberalismo debería ser despojado de su título inmediatamente.
Así que recuerden estimados lectores, si algún intelectual les habla de neoliberalismo, favor de no tomar en serio sus opiniones o en todo caso si necesitan a alguien para eludir sus responsabilidades no olviden el slogan de: ¡Es culpa del neoliberalismo!, muchos los aplaudirán y nadie se sentirá ofendido, pues simplemente, no existe.