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CARLOS MANUEL LEDEZMA
“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda”. Así es como Miguel de Cervantes Saavedra, iniciaba la obra más representativa de la literatura española del mundo.
Este fascinante comienzo, nos presenta al protagonista, Don Quijote y su entorno, de forma interesante, con un toque de humor y una síntesis de vida sencilla plagada de imaginación. Una invitación a los lectores del mundo, para conocer la historia del personaje con garbo y corte de caballero, que resulta inolvidable gracias a las múltiples aventuras por las que nos conduce durante el desarrollo de la obra.
La vida de Miguel de Cervantes Saavedra, considerado uno de los autores más emblemáticos de la literatura española, estuvo marcada por una serie de eventos que terminaron por influir de forma significativa en su trabajo. Poco antes de cumplir los veinte años de edad, tuvo la oportunidad de asistir al Estudio de la Villa, donde conoció a Juan López de Hoyos, quien se encargaría de marcarle el rumbo en el fascinante mundo de las letras.
Durante aquellos años de juventud, Cervantes tuvo que afrontar acusaciones por herir a Antonio Sigura en un duelo, situación a la que se atribuye la causa que lo obligó a trasladarse hasta Italia. En Roma, comenzó a empaparse de la riquísima obra de los autores renacentistas, siendo influenciado por Ludovico Ariosto, Marcelino Menéndez Pelayo, entre otros que terminarían por verse plasmados en su obra.
Debido a las dificultades económicas por las que atravesaba, el joven Cervantes decidió enlistarse como soldado en las flotas de la Liga Santa, lideradas por Juan de Austria, para combatir contra el Imperio Otomano. El Combate de Lepanto, está considerado como el último enfrentamiento naval que se desarrolló con galeras de remo, siendo uno de las mayores en número de flotas registrada desde la antigüedad. Fue precisamente en este combate, donde Miguel de Cervantes sufrió heridas irreparables en la mano izquierda, quedando inválido, debido a lo cual se ganó el apodo del “Manco de Lepanto”.
Los bríos de juventud no impidieron que su invalidez lo apartará de la actividad militar, combatiendo durante otros tres años y participando en varias travesías con la Armada de la Corona. Finalmente, cuando regresaba de Nápoles, una embarcación otomana capturó la galera en la que se trasladaba Cervantes, siendo tomado preso y reducido a servidumbre en Argel, donde pasó los próximos cinco años de su vida. En reiterado número de veces intentó fugar, lo que finalmente no ocurrió. Fue rescatado a través del pago que realizaron los monjes de la Orden de la Santísima Trinidad, gracias a lo cual recuperó su libertad en 1580.
Durante su cautiverio, Cervantes aprovechó para dar rienda suelta a su imaginación y comenzó a escribir obras poco conocidas, inspiradas en la ciudad que le servía de prisión. El aventurero Miguel de Cervantes Saavedra, no puede ser considerado académico, carecía de estudios universitarios, aunque las lecturas que acumuló durante su juventud y la experiencia de sus travesías le permitían desenvolverse con un lenguaje refinado y culto, lo que finalmente lo animó a dedicarse a la literatura, trabajo que compaginaba con otros como comisario de provisiones de la Armada.
Hombre de carácter recio y decidido, tuvo que sopesar situaciones atípicas para un hombre de incomparable ingenio. En 1957 fue apresado, acusado de haberse apropiado de dineros públicos. Para cualquier otro, esta situación hubiese sido considerado una desgracia, sin embargo, para él, fue la ocasión propicia para alumbrar la obra más importante de la literatura universal.
El Ingenioso Hidalgo: Don Quijote de la Mancha, es un personaje inseparable del autor, probablemente en ello radica el éxito alcanzado, permitiendo que haya tenido tanta repercusión en los cinco continentes y siendo hasta la fecha el segundo libro más vendido después de la biblia. Fue traducido a 140 lenguas diferentes por todo el mundo, tras 418 años de publicación que tuvo lugar en 1605 en una primera parte. Gracias al éxito obtenido, una segunda parte fue publicada una década más tarde.
Como ocurre casi siempre con las personalidades preclaras, “El Príncipe de los Ingenios”: Miguel de Cervantes Saavedra, no alcanzó a disfrutar del éxito alcanzado por la segunda parte de su monumental trabajo, pues al poco tiempo de su publicación murió en su casa de Madrid. Su deseo fue que lo sepultaran cerca al convento de los trinitarios a quienes les había manifestado en infinidad de veces su agradecimiento por rescatarlo del cautiverio en Argel.
Las aventuras del Caballero de la Mancha, se encargaron de evocar la semblanza de una España señorial, en la que primaba el honor y los principios de los caballeros, gracias a los cuales el protagonista de la novela tenía como divisa recorrer el mundo, siguiendo el ejemplo de sus héroes. Los mismos caminos por los que anduvo el autor, son los que ha transitado El Quijote, pues la historia del uno, está ligada a la vida del otro. La genialidad radica en la capacidad para mezclar el humor y la profundidad emocional, gracias al periplo de Don Quijote y Sancho Panza, Cervantes puede mezclar la realidad y la ilusión, la locura y la cordura, la verdad con la mentira, la naturaleza del héroe que conserva su fragilidad humana.
La influencia de “Don Quijote” nos lleva mucho más lejos de la simple literatura. La figura del Caballero de la Mancha, permite describir a las personas que luchan por causas nobles, justas, generalmente imposibles, condenadas al fracaso, de las que, aun así, sin explicación aparente, por motivaciones que emanan desde lo más profundo del corazón, nos permiten insistir en ellas.
Luchar por las ideas que buscan restaurar la justicia en un mundo considerado corrupto y decadente, enfrentados a gigantes, contra viento y marea, ante la crítica de una sociedad que opta por comportarse alejada de los valores y principios éticos que son los que deberían prevalecer, es considerado una locura, aunque la realidad nos muestre que es el único y verdadero camino por el que deberíamos transitar.