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LUIS ANTEZANA
Es indudable que Evo Morales, exmandatario del Estado Plurinacional, está empeñado en volver a la presidencia de Bolivia y para ello está desplegando todos los recursos políticos, considerando, al mismo tiempo, que las condiciones actuales son las mismas que existían hace veinte años y está absolutamente seguro de que volverá a aquellos tiempos de oro de las “vacas gordas” y de la política de “meterle nomás, que mis abogados arreglarán los problemas, porque para eso les pago”.
Esas y otras muchas creencias, tienen a Morales obnubilado en su intento, añorando los viajes diarios en aviones del Estado, ordenando gastos de millones de dólares para comprar fábricas inutilizadas y obsoletas, viajar con turismo oficial alrededor del mundo, ver su figura cubierta de guirnaldas y con sombreros caros, en los periódicos y leer sus propios repetitivos discursos y, ante todo, tener las arcas públicas abiertas del Banco Central a su libre albedrío, para derroches en reuniones internacionales en Tiquipaya, etc., etc.
Todo eso y mucho más ronda en la cabeza del expresidente que, sin embargo, pareciera que no mira lo que sucede en el país, como ser que ha perdido toda popularidad, ya no tiene el partido del año 2006, que los movimientos sociales lo han abandonado y, al mismo tiempo, están divididos y enfrentados, que esas clases sociales lo han abandonado tiempo atrás y, especialmente, no le queda como respaldo social ni el apoyo de los campesinos, que han perdido la confianza en él a partir del momento que les quitó la propiedad de sus tierras, al prohibirles vender sus terrenos, lo cual no les permite cultivar la tierra, aunque quizás no a la burguesía cocalera del Chapare, de la cual él mismo forma parte como “presidente”.
Pero, consideremos que ninguno de esos pensamientos es cierto y que los hechos que se ve a diario son ilusiones de la “derecha”; que la oposición es autora imaginaria de esos dislates y espejismos. Es más, que las condiciones a su favor no han cambiado ni un milímetro y que por una simple orden se cumplirá aquélla antigua sentencia de Espartaco, que dijo “volveré y seré millones”. Cree que está vigente y que ante una simple orden de movimiento de su dictatorial dedo índice, el país se va a paralizar y entonces volverá al Palacio Quemado en la cresta de la ola de una rebelión indígena y otras delicias.
Ahora bien, pensemos que lo anterior no es verdad y Evo Morales seguirá adelante con sus intenciones providenciales. Pero, solo existe un pequeño problema, como dice la siguiente sentencia popular: “Santo que pasó su fiesta ¡a un rincón!”, que vale mucho más que las apreciaciones subjetivas de los contrarios dentro de su partido, como de la oposición.
Esa sentencia es categórica y, al mismo tiempo, es tan objetiva que, en los presteríos, fiestas religiosas, acontecimientos eclesiásticos, toda clase de costumbres sociales, etc., tiene carácter de ley, es decir que, como siempre se repite, es una norma extensiva a otras actividades sociales, políticas y públicas. Por tanto, sería pertinente que el jefe cocalero, que siempre dice que se debe obedecer el pueblo, se siente y se oriente, por lo menos, por esas palabras, en sus campañas.
Por otro lado, es posible adelantar que aún es muy temprano para hablar de elecciones y anticipar algunas campañas, es poco menos que perder el tiempo y crear inquietud en la ciudadanía con enfrentamientos partidarios que si bien no tienen contenido, sirven para crear un ambiente de tensión en la opinión pública. Clima que se va agudizando con grandes marchas, bloqueos de caminos, denuncias de corrupción, diferencias ideológicas de diverso tipo y ni qué decir de aspectos de política internacional.
Por todo eso y mucho más, sería oportuno que el gobierno también tome cartas en las acciones, y evitar choques en diversas reuniones que, en su mayoría, terminan en grescas de gran magnitud y las cuales de efecto se convierten en causas, en un círculo vicioso de nunca acabar.