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ANDRÉS GÓMEZ
El pasado viernes 14 estaba en mi Pocoata para celebrar el cumpleaños 80 de mi mamá Adela Vela. La noche del 16 de julio, un paisano me preguntó en quechua (admirado) quién era la anciana de 84 años que logró subir por una escalera a la terraza de una casa de La Paz y a quien escuchó decir desde ahí arriba: “Han pensado que no iba a poder subir la escalera y he podido. Ahora voy a quedarme aquí hasta morir”.
—Se llama María Amparo Carvajal Baños; y siempre ha podido todo lo que se ha propuesto—le respondí y le empecé a contar lo que sabía porque le hice una entrevista biográfica hace cinco años en radio Compañera. Además, leí acerca de ella para entender su lucha, sus palabras, sus acciones y cada paso de su vida.
Si Hipatia de Alejandría dedicó su vida al estudio y a la enseñanza; Amparo de León dedicó la suya a la enseñanza y a la defensa de los derechos humanos desde que ingresó al convento de la orden de las Mercedarias Misioneras de Bérriz, en Vizcaya, en el país Vasco.
Ahí adentro, se dio cuenta que había dos clases sociales: las madres y las hermanas. Amparo contó al periodista Rodrigo Cabellos que estaba dentro del primer grupo porque tenía un título de educadora. Para superar esta división y unir a ambos sectores comenzó un sutil movimiento en el convento. Lo logró. Afuera transcurría la dictadura de Franco.
Amparo nació cuando Francisco Franco tomó el poder de España tras derrotar en la Guerra Civil a los republicanos en 1939. Cuando estudió Piano e ingresó al convento, Franco seguía como dictador. Cuando la monja Amparo decidió partir a Bolivia, Franco seguí en el poder.
Cuando Amparo llegó en noviembre de 1971 a Yapacaní (Bolivia), donde trabajó con mujeres que criaban gallinas productoras de huevos encontró a otro dictador: Hugo Bánzer Suárez. Como conocía de cerca las consecuencias negativas de las dictaduras, decidió combatir al régimen desde lo que sabía y sabe hacer: la defensa de los derechos humanos de los presos políticos.
Aquella vez, ni imaginó que 46 años después, en otro noviembre, pero de 2017, iba a enfrentar a otro tirano: Evo Morales, habilitado ese mes y ese año por sus cómplices del Tribunal Constitucional Plurinacional para que pueda repostularse a la Presidencia indefinidamente arguyendo su derecho humano a ser dictador, violando la Constitución y burlándose de la orden del pueblo de no repostularse (21F).
Desde ese momento, los fanáticos del gobernante Movimiento al Socialismo la clasificaron como enemiga del masismo.
—¿Y qué cosas hizo doña Amparo en Bolivia?— me preguntó mi paisano.
—A ver— comencé a recordar basado en un artículo escrito por Remberto Cárdenas y en la entrevista autobiográfica que le hice:
-Apoyó a los presos políticos de las dictaduras militares y fascistas de Banzer y García Meza mientras enseñaba en la escuela Fernando Bravo de La Paz.
-Fundó con el dirigente vecinal Anastasio Churata (+) la otrora escuela Luis Espinal Camps, ubicada en Pasankeri, Alto Llojeta, sobre la avenida Marcelo Quiroga Santa Cruz.
-Fundó la actual Unidad Educativa José Santos Vargas, El Tambor Vargas, también de Alto Llojeta, donde fue profesora.
-Tramitó permisos para visitar a presos políticos, recoger cartas y encomiendas de familiares y amigos para los cautivos; retornar mensajes de éstos para los suyos; visitar a los familiares de los presos políticos con frecuencia para ampliar la información que recogía sobre los detenidos y/o para ayudar a resolver problemas diversos.
-Buscó junto a otros religiosos y religiosas donantes de víveres y ropa para los presos políticos de cárceles de las dictaduras: Chonchocoro, Viacha, Achocalla, Ministerio de Gobierno, Dirección de Orden Político (DOP) y casas de seguridad.
-Buscó países que reciban como refugiados políticos a los que por enfermedad, por prolongado tiempo de encierro u otros factores les recomendaban salir al exilio.
-Emborrachó en un paramilitar de García Meza para que deje libre a un preso político durante la Nochebuena.
-Participó de la fundación del semanario Aquí con Luis Espinal, religiosos y periodistas. Fue parte de la Asamblea (Directorio) del periódico, donde participaba en la evaluación de las ediciones y planificación de los siguientes números. ¡Ah! distribuía la publicación en la Av. Camacho de La Paz.
-Fue directora durante varios años del Centro Comunal El Carmen orientado a la educación y a la salud popular en Tembladerani, Pasankeri y Alto Llojeta.
-Integró un grupo de profesores de Fe y Alegría que trabajó para conseguir el “mejoramiento docente” en Bolivia.
-Participó de la fundación de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos de Bolivia (APDHB) en 1976.
-Defendió a Evo Morales, como dirigente cocalero del Trópico cochabambino, cuando fue hostigado en el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada.
-Participó decididamente para que la niña Rutilo, hija de papás desaparecidos —que había sido alojada en un asilo de niños en La Paz por orden del dictador Banzer—, se reúna con su verdadera familia argentina.
-Denunció con documentos que policías dispararon contra los jóvenes Mario Fidel Hernani y David Callizaya, en Caranavi, en mayo de 2010.
-Acompañó la marcha de los indígenas del TIPNIS y condenó la represión gubernamental en Chaparina en septiembre de 2011.
-Pidió que los detenidos por el inventado golpe de Estado (2019) se defiendan en libertad, entre ellos la expresidenta transitoria de Bolivia Jeanine Añez. Este pedido ocasionó que grupos afines al gobierno del MAS (Wila lluch`us) la amenacen con quemar su casa.
-Acompañó a miembros del Tribunal Internacional de Derechos de la Naturaleza en su viaje al Polígono 7 del Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), donde fueron cercados por grupos masistas para evitar que se reúnan con los indígenas que se oponen a la carretera.
-Participó en la marcha por la democracia que partió desde Konani junto a las plataformas ciudadanas.
-Asistió a las audiencias del médico Jhiery Fernández, sentenciado injustamente a 20 años por un delito que nunca cometió.
-Asistió a las audiencias del dirigente de Adepcoca Franklin Gutiérrez, sindicado por el gobierno del MAS por un delito que nunca cometió.
Por esa gran trayectoria, Amparo fue elegida presidenta de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia (APDHB), en el XVIII Congreso de esta institución, realizado en Cochabamba el 2 y 3 de julio de 2016. Ese mismo año, ella y otros activistas recurrieron a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para evitar que el presidente de ese entonces use su poder para hacer creer su derecho humano a ser dictador.
Amparo dejó de ser monja en 1980. La orden a la que pertenecía abandonó Bolivia, pudo volver a su país natal, pero ella decidió quedarse a luchar por los derechos humanos, la justicia social y la democracia. Por eso, es Amparo de Bolivia.
Amparo proviene de una familia de 12 hermanos. De niña, sufrió tuberculosis en el pulmón izquierdo. Superó la enfermedad tras un año de aislamiento. Fue profesora y directora durante más 50 años, pero no recibió jubilación en Bolivia. Gracias a las pocas cotizaciones en España logró una jubilación media mínima en su país de origen.
Amparo admira a Jesús como Dios y hombre por sus acciones y enseñanzas. En lo terrenal, admira a Hernán Siles Suazo como estadista.
La papa frita con huevo es su plato favorito.
En una de sus visitas a presos políticos, fotografió en una de las celdas de la cárcel de Achocalla la siguiente frase escrita por algún preso político: “Mi cuerpo está preso, mis ideas están libres”.
—¡Uta! ¡Tantas cosas que había hecho! Entonces, no es cualquier señora— concluyó mi paisano.
—No pues, ñañay— le dije.
Desde que asumió la defensa de la democracia, el gobierno masista articuló grupos, personajes de toda calaña, amenazas y otro tipo de atropellos para tomar la APDHB y echar a Amparo de la Presidencia.
En año 2018, RimayPampa la declaró el personaje positivo del año. En 2021, el periódico Página Siete la nombró personaje del año.
—Y… ¿quién la quiere sacar de la Asamblea de Derechos Humanos?— volvió a interrogarme mi paisano.
—Se llama Edgar Salazar y es de corazón masista aunque él dice que no— le respondí.
—¿Qué hizo ese Edgar Salazar por los derechos humanos? ¿Hizo tanto como doña Amparo?— insistió mi paisano.
—Dame tu número de celular, te voy a pasar un enlace para que vos mismo te enteres y emitas un juicio equilibrado, ¿ya?—le dije y le pasé: https://acortar.link/cvY4PJ.
Amparo siempre ha podido todo lo que se ha propuesto, la noche del sábado 22 de julio logró que los avasalladores azules salgan de la APDHB después de 51 días de resistencia. Ella sola se enfrentó a sus detractores, a una maquinaria de desprestigio y a la Policía que por órdenes del gobierno de Luis Arce protegió a los tarajchis.