CARLOS MANUEL LEDEZMA
Muestran las crónicas del año 1789, que el 14 de julio se desarrollaron en Paris una serie de acontecimientos que culminarían con la toma de la Bastilla, dando inicio a lo que posteriormente se conocería como la “Revolución Francesa”. Las protestas en Paris y Versalles desde junio del mismo año, habían provocado la huida de algunas familias de nobles; el miedo que resultó de las acciones populares, aceleró este proceso. El rey de Francia, Luis XVI, buscaba para entonces el apoyo de otros monarcas europeos con el objetivo de frenar la subversión, mientras que los diputados de la Asamblea Nacional de Versalles, resolvían cambiar el nombre por Asamblea Nacional Constituyente y avanzaban en su labor de redactar la primera Constitución Francesa.
La destitución del Director General del Tesoro Real, Jacque Necker el 11 de julio, despertó aún más la indignación de las multitudes de hombres y mujeres que se congregaron frente al Palacio Real de Paris. La tensión crecía en la ciudad y pocas horas después de concentrase el día 14, la turba fuera de control se dirigió al ayuntamiento de la ciudad donde procedieron a destruir y quemar las garitas de control.
A pocos kilómetros de allí, en Versalles, reunidos los representantes del Tercer Estado procedieron a elegir un comité permanente por temor a que Luis XVI pueda cerrar la asamblea. Este comité se encargó de conformar milicias, aunque las mismas carecían de armas. Con el fin de obtenerlas, intentaron inicialmente la toma del Palacio de “Los Inválidos”, donde tras una prolongada negociación y posiblemente por la simpatía con la causa revolucionaria de los que allí se encontraban, procedieron a entregar la poca cantidad de armas de las que disponían.
El número de armas resultaban insuficientes, por lo que se dirigieron al castillo de la Bastilla –una antigua fortaleza del siglo XIV que servía de prisión para aquel entonces–. En esta oportunidad, la guardia resistió el embate, debiendo los revolucionarios sitiarla. Intentaron negociar una rendición pacífica, pero el gobernador, Marqués de Launay, rechazó el ofrecimiento y se dispuso a combatir. La enorme diferencia de hombres, no le permitió hacerlo por mucho tiempo y una vez caída la Bastilla, se capturó al gobernador que debía ser conducido al ayuntamiento, lo que finalmente no ocurrió, pues una turba completamente fuera de control lo linchó y empaló su cabeza para ser exhibida públicamente.
Las revueltas prosiguieron durante los meses posteriores, un nuevo levantamiento acaecido el 5 de octubre, conocido como el “motín del pan”, llevó a miles de mujeres a empuñar las armas y dirigirse hasta Versalles, tomando por asalto el palacio. Tanto el monarca como los diputados, se vieron obligados a huir. La situación se les había escapado de las manos y resultaba difícil aplacar las protestas que se extendían por otros lugares.
Dos lustros fue lo que duró la revolución, hasta que Napoleón Bonaparte tomó el poder en noviembre de 1799, poniendo fin a los actos que hasta entonces habían llevado a cabo los miembros del Directorio. En 1791 se promulgó la Constitución que convertía a Francia en una monarquía parlamentaria y puso el calendario en cero, consignándolo así como el año 0 (cero) de la revolución.
A los seis meses de promulgar su Constitución, el gobierno revolucionario francés declaró la guerra a Austria. Prusia no tardó en sumarse al conflicto, agudizando cada vez más los conflictos internos. La creación de la Convención Nacional en lugar de resolver los problemas, hizo que se radicalicen mucho más las acciones que hacían imposible contener el avance de las tropas aliadas y ante el temor de que hubiera traidores en las filas “galas”, el gobierno girondino puso en marcha una oleada de ejecuciones que terminaría por llevar al mismo rey Luis XVI a la guillotina.
Poco después Gran Bretaña, España y las Provincias Unidas ingresaron a la guerra, debido a que la Convención había declarado el principio de las “fronteras naturales”, buscando recuperar los límites con el Rin, los Alpes y los Pirineos. Producto del caos reinante, los Jacobinos, encabezados por Danton y Robespierre, terminaron por arrebatar el poder a los Girondinos, dando inicio al “Reinado del Terror” (La Terreur).
Este periodo fue breve pero de una violencia inusitada, debido al poder absoluto que obtuvo el Comité de Salvación Pública, unas 40.000 personas fueron guillotinadas, entre ellas, los mismos líderes Jacobinos. En abril de 1794 Robespierre ordenó guillotinar a Dantón y tres meses más tarde, era él mismo quien correría tal suerte. Finalmente consiguieron poner fin a las revueltas internas y pudieron concentrarse en la guerra que libraban contra otros países.
Tras la muerte de Robespierre, comenzó el periodo conocido como la “reacción termidoriana”, nombre tomado del calendario republicano francés “Thermidor”, que dio paso al gobierno de un directorio compuesto por cinco miembros. Este directorio intentó poner fin a los excesos cometidos hasta entonces, restaurando algunos aspectos del periodo de la monarquía. El directorio tampoco pudo resolver los graves problemas por los que atravesaba Francia y se vieron envueltos en una serie de pugnas internas que derivaron en el colapso en 1799, tiempo en el que se produjo el ascenso de Napoleón Bonaparte al poder.
Las lecciones del pasado brindan la oportunidad para poder apreciar la necesidad de encontrar un equilibrio entre la justicia y los derechos individuales. Al apartarse de las sombras producidas por los excesos, se abren caminos que conducen a lograr transformaciones pacíficas significativas. La búsqueda de la verdad es crucial para evitar caer en narrativas fantasiosas que puedan sesgar la realidad histórica. Los fragmentos de la historia encajan perfectamente entre pasado, presente y futuro, debiendo ser estudiados con atención para no incurrir en errores. Aprender de la historia, permite forjar un camino hacia un futuro más próspero y equilibrado.
CARLOS MANUEL LEDEZMA VALDEZ
Escritor, Guionista y Divulgador Histórico. Director General del Proyecto Educativo Viajeros del Tiempo. Colaborador del CEL del Perú
*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21