ANDRÉS GÓMEZ
En 2011, basado en datos de la Dirección General de Coca e Industrialización, el representante en Bolivia de la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (ONUDC), César Guedes, afirmó que el 94% de la coca del Chapare no pasa por el mercado legal de Sacaba, Cochabamba. “Esta hoja probablemente va parte al narcotráfico y la otra se dirige a centros mineros”, dijo.
En una entrevista con Erbol, Guedes señaló: “Tenemos entendido que la coca producida en Yungas es la más adecuada para el masticado y que la de Chapare es más ácida, y por eso es menos agradable (para el acullicu) y tiene mayor alcaloide, por lo que tiene un mejor componente para la producción de droga”.
En conclusión, la coca consumida en los centros mineros es yungueña, no chapareña.
Antonino De Leo, sucesor de Guedes, consultado sobre el destino de ese 94% de coca desviada, desafió: “Habría que preguntarle al gobierno”. ¿Quién era gobierno esa vez? Evo Morales, que además de presidente del Estado Plurinacional era presidente de las seis federaciones de cocaleros del trópico cochabambino.
Sí, el jefe máximo de los cocaleros que desvían su coca a actividades ilícitas.
En su condición de Presidente del Estado Plurinacional, el jefe de los cocaleros promulgó la Ley General de la Coca para legalizar la hoja desviada al narco.
Sí, legalizó esa coca a sabiendas de ese destino.
¿No me crees? En octubre de 2010, en el arranque de un congreso cocalero, Morales dijo a su gente: “Ustedes saben que una parte de la coca desvían al problema ilegal (del narcotráfico)”.
Los hechos hablan más que las palabras. Los hechos configuran el mensaje que interpreta el ciudadano. Esos sucesos forman el contexto desde el cual cada persona percibe al mensajero. No hay cabezas vacías. Las cabezas están llenas de datos almacenados que filtran los nuevos mensajes.
El 20 de agosto de 2018, medio centenar de colonizadores cercó por más de seis horas al Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza, e impidió que ingrese al Polígono 7. El hecho sucedió en Isinuta, puerta de ingreso al Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS).
Miembros de este Tribunal Internacional se preguntaron tras el episodio violento que vivieron: ¿qué se oculta en esa zona? El viceministro de Defensa Social y Sustancias Controladas, Felipe Cáceres, respondió sin querer cuando reveló dos días después que en el Polígono 7 hay producción de droga.
¿Por qué Morales (Presidente en aquel entonces) no ordenó facilitar el ingreso del Tribunal Internacional a aquel lugar donde ningún otro boliviano, que no sean los colonizadores, puede circular libremente? ¿Acaso una decisión de ese tipo iba a afectar sus intereses como presidente de los cocaleros invasores del TIPNIS?
En días recientes, el expresidente de Adepcoca Armin Lluta aseguró en Radio Compañera que en el trópico no sólo hay 7.700 hectáreas de coca, sino alrededor de 15 mil o más. “Están escondidas en los denominados lotes blancos”, agregó y pidió una comisión independiente para verificar los datos. ¿Aceptará el gobierno de Luis Arce?
El investigador Manuel Morales documentó en dos libros hechos y fotografías que vinculan a miembros del Movimiento Al Socialismo (MAS) con el narcotráfico.
Tres jefes antidroga de Evo cayeron por narcotráfico gracias a la DEA: René Sanabria, Óscar Nina y Maximiliano Dávila, además de otros policías de jerarquía media. Cuando la Cancillería informó que EEUU solicitó la detención de Dávila con fines de extradición, los legisladores representantes de los cocaleros que desvían su coca al mercado ilegal se opusieron rotundamente.
Los hechos hablan más que las palabras. En este momento, hay más gente que cree a la DEA que a los legisladores cocaleros.
Si preguntas ahora mismo, ¿está involucrado el Jefe del MAS con el narco? ¿Crees que te responderán: Sí pues, Evo no es narco porque 36 de sus exministros ponen las manos al fuego por él? Una foto en un arrozal no cambia una imagen forjada por 14 años en el poder.
ANDRÉS GÓMEZ VELA
Periodista y Abogado
*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de Visor21.