Reinventemos la educación superior

MÓNICA OLMOS

Tuve el privilegio de participar del IV Foro Internacional de Educación Superior, organizado por Unifranz y sus aliados estratégicos.

Este año, el encuentro abordó la innovación tecnológica y gobernanza de la educación superior, propuesta temática sin pierde alguno, más aún tomando en cuenta el renombre de los panelistas. Destaco el aporte de Francesc Pedró, director de la IESALC; David Julien, secretario general ejecutivo de la OUI (Canadá); Jon Altuna, vicerrector de la universidad Mondragón (País Vasco); Ricardo Román, director del colegio Alberto Bles Gana (Chile); Felipe Ardaya CEO de Sima (Venezuela); Reinaldo Cifuentes, coordinador general RAUI (Chile); Luz Vanzulli, directora ejecutiva Latam Sur/TEC de Monterrey (México) y Oscar Ágreda, presidente ejecutivo de Unifranz, entre otros expertos nacionales e internacionales.

Si bien cada uno de los panelistas invitados provocó aprendizaje y reflexión, hubo uno que desbordó cualquier expectativa: Guy Haug en cuyo currículo está el haber cooperado como experto en educación en la Comisión y Parlamento de la Unión Europea, la OCDE, el BM, la UNESCO y el BID.

Haug nos deleitó con una conferencia fascinante sobre gobernanza de la educación superior universitaria retándonos a reflexionar sobre asuntos importantes y urgentes a modo de un mea culpa.

Las universidades del mundo, muy a pesar del avance tecnológico y de tener estudiantes tan diferentes a los de antes, siguen ofertando lo mismo, dijo Huag: “Los estudiantes de hoy son impacientes, individualistas e incrédulos, sin embargo, los profesores siguen usando los mismos métodos”.

Sobre las universidades aseguró que ofrecen programas extensos y con contenidos obsoletos. Hizo un llamado a reinventarse, instando a la universidad a poder demostrar su contribución al empleo, al crecimiento, a la innovación y al bienestar que genera, aquello que tiene que ver con la Responsabilidad Social Universitaria de la que hoy se habla poco o nada en las universidades bolivianas.

Otra de las tendencias en educación a la que sugiere sumarse es a la internacionalización de educación superior con identidad propia de cada universidad, con su propio ADN y que solo cuando lo descubran y comprendan, entonces recién la internacionalización cobrará sentido.

Las universidades, hoy en día, están acorraladas entre las exigencias normativas y su propio modelo de desarrollo y sostenibilidad y es necesario que refuercen sus vínculos locales. Huag apuesta por la sostenibilidad que debe ser institucional, gestionando su reputación, replanteando su oferta académica, apoyando a su profesorado de cara al cambio que se vive, poniendo al centro a sus estudiantes tomando en cuenta que cada deserción o abandono es un fracaso institucional y no del estudiante; y finalmente, repensando las funciones de la internacionalización, es decir, para qué ser internacionales.

Otra de las enseñanzas que dejo el Foro está dirigida a las agencias acreditadoras de la calidad, que evalúan la conformidad y no la calidad, ni la innovación ni la relevancia de las universidades en el marco de sus contextos locales.

Para los expertos que compartieron con educadores bolivianos en tres jornadas, los rankings son nefastos porque desprecian el trabajo de los docentes y los logros en investigación como procesos formativos horizontales y democráticos. Los esfuerzos deben estar puestos, en el liderazgo de una gobernanza estratégica orientada al bienestar de la gente enriqueciendo el valor interno de la gestión de calidad.

El pedido de reconciliar la internacionalización con la territorialidad “imaginando que la universidad es como un árbol que debe tener las raíces profundas, bien afincadas en su territorio y unas ramas que se nutran del viento de la internacionalización pero que permitan que los frutos caigan cerca del tronco”, debería ser la misión de quienes nos dedicamos a la educación, sugirió el amable Guy Huag.

El Foro constituyó una experiencia de aprendizaje absolutamente enriquecedora. Gracias a Unifranz —una vez más— por dejarnos disfrutar de este nivel de encuentro internacional al que los académicos nacionales deberíamos pelearnos por asistir.

MÓNICA PATRICIA OLMOS CAMPOS

Comunicadora Social y Doctora en Ciencias de la Educación

*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21