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La presentadora da la bienvenida al “futuro presidente” de Argentina. El público comienza a gritar y muchos se suben a los asientos para captar con sus móviles al hombre de extraño peinado que se abre paso entre un mar de admiradores que lo quieren tocar. De fondo suena a todo volumen “Vamos por la gloria”.
Javier Milei irrumpe como un vendaval en una de las salas de conferencias de la Feria del Libro de Buenos Aires para dar una charla sobre su última obra “El fin de la inflación”, un problema que atormenta a los argentinos.
Pero más que un economista o un político parece una estrella de rock ataviada con traje y corbata.
Cuando llega al escenario la cabellera oscura del diputado nacional y candidato de la ultraderechista Libertad Avanza luce aún más alborotada. Está agotado, pero sacude los brazos y arenga a sus seguidores hasta que todos se funden en un solo grito: “La casta tiene miedo, tiene miedo, la casta tiene miedo”.
La “casta” es la clase política argentina a la que el diputado considera corrupta, incapaz y llena de privilegios.
Milei piensa derrotarla en las elecciones de octubre con su agresivo discurso y un programa de propuestas ultraconservadoras que sintoniza con un número creciente de adeptos enojados con los políticos que no han podido domar la inflación, la pobreza y la inseguridad.
Para llegar al poder Milei, de 52 años, defiende el uso de armas por la población, la deportación inmediata de extranjeros que cometan delitos y la eliminación del aborto y la educación sexual integral en las escuelas, por considerarlos “parte de la agenda post marxista” y un ataque directo a la familia.
También propone el recorte drástico de los gastos del Estado y, como polémica fórmula para combatir la inflación, la eliminación del Banco Central y del peso argentino para dar cabida a una competencia libre de monedas en la que el dólar eventualmente termine imponiéndose.
“¿Por qué muestran tanto miedo? Más que miedo se los ve aterrados”, responde Milei cuando el gobierno y la principal fuerza opositora califican su irrupción en el tablero político como un fuego artificial condenado a extinguirse.
Milei pasó de tener un 15 % de apoyo a principios de año a contar con un 23 %. En tanto, el oficialista Frente de Todos está estancado en 28 % y la coalición opositora Juntos por el Cambio tiene entre 28 % y 29 %, señaló a AP Roberto Bacman, director del Centro de Estudios de Opinión Pública.
El analista dijo que Milei, con un 52% de imagen negativa y un 43% de positiva, cuenta con más aceptación que dirigentes oficialistas y opositores en un escenario en el que ningún político goza de mayor aprobación que desaprobación.
“Ha aparecido un personaje, un energúmeno, y los medios hacen todo lo posible para mostrarlo en un lugar preponderante de la política”, dijo recientemente el presidente Alberto Fernández.
El mandatario, que no competirá por la reelección en los comicios en los que el peronismo se juega su permanencia en el poder, no es el único que ha lanzado sus dardos contra Milei.
La vicepresidenta y exgobernante Cristina Fernández (2007-2015), que tampoco aspira a un cargo pero ejercerá su indiscutible influencia en la definición de la candidatura peronista, lo ha calificado de “mamarracho” y prepotente.
Sin embargo, cada vez más jóvenes consideran que Milei es el único capaz de asegurarles sus sueños.
“Me gustaría tener una familia, tener mi casa propia, aplicar lo que estudio y poder quedarme en Argentina porque muchos conocidos se están yendo”, dijo a AP Delfina Ezeiza, militante de Libertad Avanza. “Mis casi 20 años los viví con inflación y Milei es la esperanza para nuestro crecimiento”.
Argentina registró en abril un alza del costo de vida del 8,4 % y un índice interanual del 108,8 %. El libertario sostiene que la dolarización erradicaría la devaluación del peso y la disparada de precios.
“El peso es la moneda que emite el político argento (argentino), por lo que no puede valer ni excremento. Defender el peso es defender la estafa de la política”, sostiene Milei.
Este ultraliberal que no se peina y convive con varios perros mastines a los que se refiere como “los chicos”, cobró notoriedad en los medios de comunicación como un histriónico defensor de la economía de mercado. De ahí pasó a la política cuando ganó una banca como diputado en 2021.
AP ha intentado varias veces sin éxito mantener una charla con el economista.
Su candidata a vicepresidenta es la diputada Victoria Villarruel, a quien considera capaz de combatir la inseguridad, otra preocupación de los argentinos. Villarruel es la fundadora de un centro que defiende a los militares acusados de represión durante la última dictadura de 1976 a 1983.
Y en uno de sus últimos golpes de efecto, Milei propuso que el popular cantante de cumbia David Adrián Martínez, más conocido como “El Dipy”, sea el candidato a alcalde de su espacio en el populoso municipio de La Matanza, bastión del peronismo.
Milei dice que su “jefa” es su hermana Karina, quien le organiza la agenda y los actos proselitistas.
El diputado cuenta con miles de ciber seguidores que impulsan su candidatura y arremeten contra sus contrincantes en las redes sociales. Algunos de sus exaliados han denunciado que han sido blanco de hostigamientos, algo que niegan los allegados al economista.
Mientras las críticas arrecian en su contra, Milei suma adeptos al igual que otras figuras que llegaron al poder cautivando a los desengañados con la política tradicional como Donald Trump en Estados Unidos y Jair Bolsonaro en Brasil.
“Es un fenómeno que surge de la desilusión de la gente”, dijo Bacman. “Siete de cada 10 argentinos dicen que tienen dificultades para llegar a fin de mes. No alcanza con tener trabajo y los sueldos son muy bajos”.
El escenario es un caldo de cultivo para un político nuevo que sortea públicamente el sueldo que percibe como diputado nacional y lanza ideas que atraen a los más frustrados como reformas “en contra de la corporación política” y su llamado plan “motosierra” para cortar de una vez con los políticos corruptos.
Pero muchos consideran a Milei un “improvisado” que defiende propuestas difíciles de implementar como la dolarización y para otros es directamente un desequilibrado y sienten terror cuando escuchan su propuesta a favor de la venta libre de órganos y sus argumentos para eliminar la educación sexual.
“Tiene que ver con la destrucción de la familia y también tiene que ver con toda la discusión del ecologismo. Ahí aparecen otros problemas, exterminar a la población al punto de eliminar a los seres humanos”, sostiene el economista.
El escenario de incertidumbre electoral lo beneficia: la mayoría de los partidos tiene varios aspirantes y definirán a sus candidatos en primarias abiertas y obligatorias que se celebrarán en agosto. Milei es hasta ahora el único candidato de su partido.
El economista, además, le roba votantes a las dos grandes coaliciones políticas: la mayoría de ellos proviene de Juntos por el Cambio, que tiene al expresidente Mauricio Macri (2015-2019) entre sus referentes y que se sienten defraudados porque en su mandato la pobreza y la inflación se incrementaron y el país, y volvió a endeudarse con el Fondo Monetario Internacional.
En tanto, jóvenes peronistas del Frente de Todos han comenzado a verlo con simpatía en un contexto de falta de oportunidades laborales.
Él se burla de ambas fuerzas, a las que llama “Juntos por el cargo” y “Frente de chorros”, y se aprovecha de las peleas internas que atraviesan ambas coaliciones para dirimir a la figura que competirá por la presidencia.
“Milei es un fenómeno nuevo en la política difícil de predecir y se da cuando, además de la crisis económica, hay crisis política… Existe un vacío y puede pasar cualquier cosa”, dijo Mariel Fornoni, de la consultora Management & Fit.
Según Fornoni, los contrincantes de Milei se sienten desconcertados porque no están acostumbrados a este tipo de rivales.
Hasta ahora la popularidad de Milei no se ha traducido en votos a sus aliados en las elecciones celebradas en distintas provincias, donde carece de liderazgo territorial.
Pero los analistas creen que en la imprevisible Argentina eso no es un impedimento para que logre situarse en una eventual segunda vuelta electoral y se dirija de lleno a la meta: sentarse en diciembre en el sillón del presidente.
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