SAYURI LOZA

Hace una semana, la empresa Diagnosis ha mostrado una encuesta sobre la confesión religiosa de los bolivianos, ésta ha arrojado los siguientes resultados: 56% católicos; 19% evangélicos; 9% otras religiones y 15% sin religión. En vista de que no tenemos fuentes oficiales que indiquen el número exacto de creyentes, vamos a usar estos números de la encuestadora.

 

Aunque algunos afirman que en Bolivia hay cada vez menos creyentes, me gustaría hacer ciertas comparaciones y meditaciones antes de estar de acuerdo o en contra. Veamos: tenemos un 15% de no creyentes, mientras que el restante 85% profesamos alguna fe; comparemos con el censo nacional de 1900, donde se tomó sólo dos opciones en cuanto a la religión: católicos o disidentes; los resultados fueron de un 88,5% de católicos, contra un 11,5% de disidentes, entre los cuales se encontraban judíos, musulmanes, budistas, ateos y otros, sobre un total de 1816271 habitantes.

 

Si comparamos el 88% de católicos con el 56% actual, podemos decir que hay muchos menos sin duda, pero tampoco es que se volvieron ateos, por eso quienes profesamos una fe, seguimos estando por encima del 80%, muy pocos han dejado de lado una religión, así que me atrevo a decir que seguimos siendo un país altamente religioso, con lo bueno y malo que ello pueda acarrear.

 

Braudel dice que las temporalidades largas tienen siempre que ver con la religión y con las mentalidades y Bolivia está lejos de sacudirse la mentalidad religiosa de encima. Algunos culpan por ello al retraso del país, pero yo no estoy de acuerdo, países altamente religiosos como Turquía, India o Japón son potencias mundiales sin que su religiosidad haya significado un óbice para ello.

Y voy a insistir, es difícil que en Bolivia dejemos de ser creyentes, a pesar de que la Semana Santa ya no es lo que era, ya los medios no dejan de poner música para transmitir películas o “El Cristo Roto” casi en cadena, las peregrinaciones ya son vacaciones y los platos de Viernes Santo sin carne, son más una tradición que una regla de abstención piadosa. Peeero, bodas, bautizos y funerales, siguen siendo parte vital de nuestra cultura, y el preste pone más en manifiesto la cultura religiosa.

 

Alguien me dirá “pero eso no es fe verdadera, puro pretexto para chupar”, es posible, pero es irrelevante si hay fe o no, la cuestión es que la práctica, los rezos, las misas, los santos paseando en las novenas y delante de los bailarines, refuerzan la tradición y, por tanto, la continuidad de la mentalidad religiosa, venga o no con auténtica fe.

 

Ojo, no estoy defendiendo al catolicismo, y aclaro que soy budista. Por eso también me interesa el fenómeno de las iglesias protestantes, que yo creo que tienen más fieles que los que nuestra el estudio, porque esta fe es muy fuerte en el área rural y se ha ganado muchos seguidores debido a su capacidad de traer paz a quien la busca, las congregaciones son grandes, solidarias y con fuerte interacción social, en una sociedad violenta e individualista como la nuestra, la congregación atrae a muchos.

 

Ese 9% de las otras religiones ve un creciente número de musulmanes (en La Paz y Santa Cruz hay ya algunas mezquitas), budistas, paganos, pero en mayor número a quienes han decidido volver a las religiones ancestrales prehispánicas, que por cierto, también son practicadas por muchos católicos en este sincretismo religioso que posee Latinoamérica, sólo que hay quienes renegando del catolicismo, han decidido adorar a las wak’as con un argumento además filosófico.

Así que nada, ya no seremos abrumadoramente católicos, pero seguimos siendo creyentes, y me atrevo a decir que ese 15% no creyente a veces se encuentra exclamando “¡por Dios!” cuando se indigna, o inconscientemente eleva una plegaria cuando algo sale mal; no les voy a criticar, es difícil quitarse de encima algo tan fuerte y arraigado como la fe, y hacerlo por convicción y razón es siempre valioso.

 

Lo que sí no me gusta son los que creen ciegamente en su partido político o ideología y los dogmatizan al punto del fanatismo, algún otro fundamentalista hay, cuya religión es el fútbol, pero en todo caso, son más simpáticos que los primeros. Al final de cuentas es bueno creer en algo, si ese algo nos hace ser mejores personas.

SAYURI LOZA

Historiadora, Diseñadora de modas, políglota, artesana. 

*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21