Incautos y desesperados

CARLOS ARMANDO CARDOZO

Los buronomistas y economistas independientes han protagonizado un debate público acerca de la caída de las Reservas Internacionales Netas, las desatinadas medidas de la ASFI y el oscurantismo con el cual el Banco Central maneja la información acerca de la política monetaria y la insostenibilidad de la deuda externa y sus obligaciones, así como el futuro de la subvención de los hidrocarburos en un contexto por demás complicado.

Los buronomistas a sueldo del Estado Plurinacional, así como sus principales representantes en viceministerios y ministerio de economía han tratado de salir del paso con argumentos por demás infantiles: una conspiración de la derecha que promueve a través de sus opinadores para generar especulación en la ciudadanía con afanes exclusivamente desestabilizadores.

Economistas independientes como Juan Pablo Suarez, Jorge Akamine, Antonio Saravia han coincidido en las señales contradictorias que manda el Gobierno, ofreciendo un tipo de cambio preferencial a los exportadores o, por otro lado, obliga a los beneficiarios de remesas a cambiar los mismos en moneda nacional al mismo tiempo que jura y perjura que todas las necesidades de divisas están totalmente cubiertas. Por si fuera poco, amenaza con procesos penales a cualquiera que emita opiniones que puedan considerarse como especulativas y pongan en riesgo al sistema financiero nacional.

Estos pronósticos no son de ahora sino responden a análisis realizados hace ya varios años, entre ellos destaca el realizado por el economista Mauricio Ríos Garcia que antes de las elecciones generales del 2021, ningún candidato o partido político había considerado si quiera que hacer con el problema de la merma en los ingresos de los hidrocarburos y la caída en las Reservas Internacionales. El modelo basado en la demanda interna no era más que una alegoría para justificar el incremento del Gasto Público a costa de las Reservas Internacionales e incremento de la Deuda Pública (Interna y Externa). Rios Garcia afirmaba incluso ante el escepticismo de economistas “no oficialistas” que el problema era más complicado y demandaba de acciones concretas, no había margen de maniobra era fundamental reducir el gasto publico de manera agresiva, reconsiderar nuevos términos al subsidio a los carburantes y generar un escenario propicio para atraer inversión extranjera en sectores donde la mano del Estado había dejado sin rumbo su desarrollo, hablamos de los recursos estratégicos encabezados por los hidrocarburos obviamente.

Si se quería mantener el tipo de cambio fijo con algo de perspectivas a futuro, las reformas estructurales eran la única opción.

Es decir, no estamos ante un evento extraordinario, esto solamente es el inicio del descalabro propio de un Modelo Económico ficticio, uno que jamás fue más allá de monopolizar la economía, ahuyentar la inversión privada, convertir en los bolivianos en esclavos de la informalidad y las pegas para sobrevivir. Creer que el Estado es lo suficientemente frágil para que una sola opinión pueda desencadenar un efecto domino que termine por enterrar el glorioso y galardonado Modelo Económico Social Productivo Comunitario es el colmo del cinismo y de la incoherencia de los asalariados, que están completamente convencidos que su posición es irrefutable y solvente. Dos opciones o pecan de ingenuos o padecen de una desesperación crónica por mostrarse comprometidos con la causa, incluso a costa de su propia dignidad.

Si tiene dudas de lo que aquí expongo, basta con que usted salga a las calles, converse, pregunte y tome el pulso a lo que otros ciudadanos como usted hacen frente a esta incertidumbre. Creer que la gente de a pie es presa fácil de cualquier opinador en los medios de prensa o redes sociales es faltarle el respeto de frente a cada boliviano. Los funcionarios del Estado Plurinacional han perfeccionado el arte de asumir una superioridad moral e intelectual que los coloca al borde de la iluminación, sin embargo cuando de argumentar y sostener su posición se refiere eluden cualquier interrogante y prefieren el silencio o la sarta de consignas vacías propias de la propaganda más burda.

La economía es una ciencia social, señores del gobierno, Arce, Montenegro y compañía grábense esto en la mente: no hay fórmula matemática que pueda reflejar el optimismo que tratan de aparentar y que sea lo suficientemente convincente para sacarle a los bolivianos de la mente que se viene una de las crisis más duras que el país ha vivido.

Mientras ustedes siguen diseñando las etiquetas del “shampoo” boliviano que sustituirá los bienes importados que ya no podemos costear, el sentir en la calle les arrojará en la cara un golpe seco y contundente del cual jamás podrán recuperarse. Hasta para admitir que uno se equivoco y enmendar sus errores se necesita altura, una a la que no da la talla Arce y su gabinete.

CARLOS ARMANDO CARDOZO LOZADA

Economista, Máster en Desarrollo Sostenible y Cambio Climático, Presidente de la Fundación Lozanía

*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21