El infundado rechazo a la actualización curricular 2023

MÓNICA OLMOS

¿Guardan razón los maestros cuando señalan que no aplicarán la nueva malla curricular? ¿Están en lo cierto algunos medios de comunicación cuando aseguran que “la nueva currícula*” enseña que el 2019 hubo golpe? ¿El miedo de las iglesias es legítimo cuando advierten que con la nueva educación se atenta contra la familia? ¿Es cierto que el Ministerio de Educación le va a arrebatar la inocencia a nuestros niños con sus nuevos contenidos curriculares?

La única manera de descubrirlo es estudiando la actualización curricular propuesta o impuesta (señala el Magisterio) por el Ministerio de Educación.

Primero convengamos que la incorporación de unos contenidos, 60 aproximadamente, no alcanza a creer que se está ante un nuevo currículo ni que la educación habría sufrido una transformación sustancial; en consecuencia, no podríamos asegurar que unas unidades de contenido nuevas van a lograr el cambio que Bolivia necesita para mejorar la calidad educativa. El contenido es solo eso, un componente más de la arquitectura pedagógica que adquiere sentido e impacto cuando forma parte lógica de otros elementos más como el propósito educativo, los objetivos de aprendizaje, las metodologías de enseñanza-aprendizaje, los recursos didácticos y el sistema de evaluación. Es decir, los contenidos orientan muy poco y solo adquieren fuerza a partir de una determinada congruencia cognitiva, tecnicismo que explica la coherencia entre objetivos, contenidos, métodos, recursos y evaluación.

Por esto, juzgar de una u otra manera la actualización curricular que pretende implantar el Ministerio de Educación solo a partir de unos temas o contenidos anunciados es ocioso; lo que se debe analizar para tener un criterio mejor sustentado es comprender primero, los lineamientos curriculares que respaldan tal incorporación y, sobre todo, el tratamiento pedagógico y didáctico de esos temas.

En pasados días, a propósito de sus jornadas académicas anuales, la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la UMSS invitó a tres profesionales a un conversatorio sobre la actualización curricular. Los tres educadores tuvimos más coincidencias que tensiones al señalar que el currículo 2023 tendría diferencias cualitativas entre la propuesta educativa original del 2012 (cuando la ley 070 comenzaba a gestionarse en aulas), y la actual. El profesor Edgar Crespo Durán manifestó que los contenidos nuevos se sustentan en los Lineamientos Curriculares 2023 que, entre los cambios estructurales, advierte la desideologización política de la educación, una visión más científica del currículo y la revalorización de la lectura y la teoría.

Crespo sustenta estos cambios, amparado en un análisis comparativo de los contenidos del Currículo Base del 2012 y los de este año. La propuesta del 2012, según el profesor, hacía énfasis en “los saberes y conocimientos de los pueblos y naciones indígenas; la experiencia pedagógica de la Escuela Ayllu de Warisata; las propuestas pedagógicas críticas de Vigotsky; la propuesta de educación popular latinoamericana liberadora de Freire a partir de unas temáticas orientadoras”; en cambio, los lineamientos curriculares del 2023 se basan en “Formar integralmente a las y los estudiantes […]; proporcionar elementos históricos y culturales para consolidar la identidad cultural[…]; desarrollar y consolidar conocimientos teórico-prácticos de carácter científico humanístico y técnico-tecnológico; lograr habilidades y aptitudes comunicativas trilingües”.

El profesor Crespo explica estos cambios con dos ejemplos: La célula era enseñada en 2012 bajo esta concepción: “La célula como unidad saludable preservadora de vida”, mientras que el currículo del 2023 la define de la siguiente manera: “La célula: unidad anatómica, funcional y genética para la preservación de la vida”. El segundo ejemplo que emplea Crespo señala que el 2012 en Ciencias Sociales de 6to. de secundaria se enseñaba las “Consecuencias socioeconómicas, culturales y políticas de la dictadura Banzerista y el imperialismo norteamericano”, mientras que este 2023 se enseña “La ruptura constitucional de 2019”.

Las apreciaciones y ejemplos del profesor Edgar Crespo no son detalles, hablan, por el contrario, de un ejercicio real de desideologizar y despolitizar la educación del subsistema Regular, esto es quizá aquello por lo que el Magisterio se niega a gestionar el currículo 2023. No debemos ignorar las tensiones políticas al interior de un Ministerio de Educación protagonizadas por dos grupos políticos que se disputan esta cartera de Estado.

Fernando Canedo, el otro expositor invitado por la UMSS, que actualmente dirige el colegio San Agustín de Cochabamba, minimizó prácticamente la actualización curricular manifestando que la mayoría de dichos contenidos (temas) no eran nuevos y solo identificó unos pocos como realmente novedosos, entre ellos Ajedrez, Origami y otros cuantos más. Canedo, dejó ver su preocupación por la ausencia de un enfoque educativo que trabaje perfiles competenciales, la ausencia de una educación que enseñe a pensar. El director Canedo señala que lo que debiera convocarnos a mejorar es la didáctica y la evaluación de los aprendizajes.

Por mi parte, hice énfasis en la secuencia didáctica con los que se exponen los contenidos del 2023. Es alentador constatar que el modelo pedagógico responde a un constructivismo tanto cognitivista como social cuando advertimos que todos los contenidos expresados en los Textos de Aprendizaje 2023 comienzan con “Iniciemos desde la práctica” un ejercicio que emplea preguntas para indagar en los conocimientos previos del estudiante y para cuestionarlos sobre cuánto y cómo los experimentan; luego se pasa al avance de teoría con “Continuemos con la Teoría” que es donde se expone el contenido de manera formal y con un evidente esfuerzo por enmarcarse en la objetividad del abordaje; una vez concluida la exposición teórica se da lugar a la sección “Realicemos la valoración” que generalmente se la desarrolla de manera colaborativa (en grupos de estudiantes); y finalmente, se concluye el proceso con “Es hora de la producción”, donde el(os) estudiante(s) deben demostrar un logro de aprendizaje a partir de la realización de un proyecto concreto.

Esta secuencia con base constructivista porque parte de los saberes previos de los estudiantes, plantea un conflicto cognitivo y finalmente conduce al estudiante a una reflexión/aplicación concreta, respalda todas las unidades de contenido de todas las áreas curriculares 2023. Pero, además, llama la atención que los Textos de Aprendizaje incluyen Códigos QR para ampliar información, adjuntan Glosarios de términos clave, mensajes que promueven la tolerancia, la paz, el diálogo, la investigación, Talleres de ortografía, Razonamiento verbal y Laboratorio.

Se puede evidenciar que este es un esfuerzo por implantar una educación que procura la reflexión crítica a través del análisis y la experiencia del propio educando.

No es cierto que esta actualización curricular procure el adoctrinamiento del estudiante, todo lo contrario, lo que hace es un esfuerzo evidente por “desadoctrinarlo”, ejemplos se pueden citar varios, pero el que más nos interese por su vigencia e impacto es el contenido nuevo que habla sobre el conflicto político y social del 2019.

Incluso en medios de comunicación se ha afirmado que “la nueva currícula*” habla de golpe y esto no es cierto. El texto escolar aborda el conflicto bajo el subtítulo “La ruptura constitucional del 2019” donde de manera textual señala lo siguiente: “Para desarrollar el presente contenido es importante que la maestra/o desarrolle sus actividades en el marco del artículo 68 numeral 3, Normas Generales para la Gestión Educativa del Subsistema de Educación Regular. Hablar de ruptura del orden constitucional, conlleva analizar los diferentes sucesos que se dieron durante el periodo comprendido entre el 2019 al 2020, considerando las recomendaciones del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI – Bolivia) y otros documentos relacionados a estos hechos. Esta reflexión debe promover un diálogo horizontal y participativo, el cual es importante para disminuir la polarización política y regional, fomentando la intraculturalidad e interculturalidad, en el marco del artículo 45 de las Normas Generales para la Gestión Educativa del Subsistema de Educación Regular. En consecuencia, para abordar el tema, es necesario comprender el parágrafo I del artículo 169 de la Constitución Política del Estado, que señala: ”En caso de impedimento o ausencia definitiva de la Presidenta o del Presidente del Estado, será reemplazada o reemplazado en el cargo por la Vicepresidenta o el Vicepresidente y, a falta de ésta o éste, por la presidenta o el presidente del Senado, y a falta de ésta o éste por la Presidente o el Presidente de la Cámara de Diputados. En este último caso, se convocarán nuevas elecciones en el plazo máximo de noventa días”.

El texto plantea un ejercicio de investigación-reflexión de cuatro pasos: Selección de información, revisión de información, análisis de la información y conclusiones invitando a los estudiantes a investigar, consultar fuentes, dialogar y reflexionar.

Concluye la exposición con lo siguiente: “Después de estudiar los contenidos, ¿qué comprendemos por revolución democrática cultural? Leamos la Constitución Política del Estado para conocer el proceso de sucesión constitucional en el Estado Plurinacional de Bolivia y realicemos un sociodrama sobre una sucesión constitucional de acuerdo a lo establecido en la Constitución Política del Estado”.

Finalmente, el tema concluye con: “¡REALICEMOS LA VALORACIÓN! Los acontecimientos suscitados en la gestión 2019 – 2020, al constituirse en un fenómeno social, invita a complementar con bibliografía de apoyo para desarrollar un análisis crítico reflexivo con objetividad e imparcialidad de los hechos ocurridos”.

Acostumbrados a una educación formal politizada como lo fue la Ley 070, no deja de sorprender, que en esta oportunidad nos encontremos con textos de aprendizaje que abordan con “pinzas” sucesos tan delicados como el ocurrido en 2019; y es quizá la memoria, la desconfianza, y los intereses de sector, los que nos inducen a seguir siendo malpensados. Si bien existen algunos contenidos que aún mienten sobre la realidad de los hechos como el que señala que Evo Morales es el primer presidente Indígena de Bolivia cuya historia para el texto escolar se acaba en el 2014 excluyendo lo provocado por el propio Morales en el Referéndum Constitucional del 2016 y el fraude y la renuncia colectiva del 2019; o que las penas de Venezuela son consecuencia de los intereses económicos de Estados Unidos, en honor a la verdad, estos textos hacen un esfuerzo importante por tratar la historia pasada y reciente de una manera muchísimo más sana que la Ley antiimperialista aprobada por don Evo Morales en 2010.

Finalmente, vale la pena decir que la actualización curricular 2023 recoge varias recomendaciones del Estudio Regional Comparativo y Explicativo ERCE 2019 del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación LLECE (parte de la UNESCO). Esta voluntad de escucha nos dice que hay la convicción de lograr un cambio en la educación que debe ser reconocido y aplaudido, sobre todo por quienes se precian de ser gente seria.

Le hará muy bien al país y sobre todo a nuestros educandos, alentar el proceso de despolitización de la educación que se ha iniciado, y este proceso pasa por convocar a ambos frentes, oficialistas y opositores, a liberar la educación de sus apetitos sectoriales.

Debemos procurar que la pedagogía y didáctica retornen a su cauce técnico, aquel que le arrebataron en 2010 cuando Evo Morales dio a luz un Ley inviable, trasnochada, adoctrinadora, separatista y odiadora. No vaya a ser que quienes hoy critican la actualización curricular, sean aquellos quienes han hecho de la crítica el deporte más practicado en el país, o peor, aquellos que insisten en que el 2019 hubo golpe.

En una próxima columna se podrá desmentir aquello que tiene que ver con los miedos del conjunto de Iglesias del país, en especial con la Iglesia Católica que asegura que la actualización curricular atenta contra los valores de la familia.

*Currícula es el plural en latín de currículum; su uso no es recomendado.

MÓNICA PATRICIA OLMOS CAMPOS

Comunicadora Social y Doctora en Ciencias de la Educación

*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21