LUIS CHRISTIAN RIVAS
En los países en vías de desarrollo se viene debatiendo la manera de eliminar el dinero físico, para implementar el ecosistema cashless, una forma de digitalizar la economía con diferentes medios tecnológicos, ya sea por plataformas electrónicas, aplicaciones, cajeros automáticos, códigos qr, banca en línea, etc., para aumentar el número de usuarios en las entidades financieras, cuyo objetivo sería facilitar y permitir la inclusión financiera de personas evitando la discriminación de las masas que de alguna forma se niegan o avanzan de forma lenta por el camino de la supuesta evolución financiera.
Los gobiernos y bancos durante y después de la pandemia han apresurado el paso para viabilizar los pagos y transferencias por medios digitales y electrónicos, para imitar e igualar lo que sucede en países desarrollados donde prácticamente desapareció el metal llamado moneda y el billete de papel, para ser sustituido por la tarjeta electrónica y el fenómeno de la bancarización total.
Así, se van promulgado leyes Fintech (finanza y tecnología) por aquí y por allá para regular las acciones de bancos y usuarios en el uso de los medios tecnológicos, sus alcances, prohibiciones, obligaciones y derechos, prevención de delitos financieros, etc.
De esta manera, dicen que se benefician los usuarios ante la facilidad de pagos de manera ágil y segura; pero más beneficio obtienen los intermediarios: los banqueros, porque están aumentado sus clientes, además de manejar números mágicos en sus aplicaciones, dinero digital no respaldado por ningún tipo de metal precioso y que puede ser emitido de manera irresponsable de forma ilimitada por la impresora mágica, programando y apretando un botón.
Los burócratas del banco central ven con optimismo la creación de CBDC´s (Central Bank Digital Currency, dinero digital del banco central), porque mediante la bancarización voluntaria u obligatoria de todos los ciudadanos ejercerán control y vigilancia sobre los mismos, entregaran monedas digitales centralizadas, cuyos contratos inteligentes programados en la tecnología blockchain podrá establecer tiempo de vencimiento de la moneda digital, sabrán en que se gasta y cuanto se gasta, quien financia y quien no, cuando y cuanto, tendrán la oportunidad de hacer débitos desde la cuenta por impuestos, servicios, infracciones, multas y sanciones, además que se puede embargar, confiscar, retener, robar y saquear un bien que no es propio, porque pertenece al Estado, ni mencionar los ciberataques al que se puede estar expuesto.
En economías informales, reina el efectivo. La informalidad es un fenómeno provocado por el mismo Estado mediante sus leyes e instituciones costosas, un aparato burocrático lleno de permisos, licencias, tributos, valorados y trámites caros e innecesarios que provocan la corrupción. En infiernos fiscales y burocráticos evadir es parte del Derecho Natural para no ser coaccionados con barreras innecesarias y ridículas, la acción humana es libertad, el trámite es esclavitud, bancarizando a las masas dentro del socialismo se las controla y vigila.
Parece que así lo entienden los suizos, quienes mediante el Movimiento de Libertad Suiza están llevando adelante un referéndum nacional para constitucionalizar el derecho a portar efectivo, dicen ellos, que si una economía es completamente digital se corre el riesgo de ser vigilados, entonces, se tenga garantía constitucional de poder usar efectivo.
El problema de los intermediarios en el intercambio, banqueros y burócratas, está resuelto por Bitcóin, que es una moneda digital privada, limitada en su emisión, medio de pago electrónico de persona a persona, descentralizada porque no tiene un gabinete de ministros o directorio que puede cambiar las reglas de juego, propiedad privada con respaldo criptográfico (matemáticas y electricidad) que permite almacenar valor, proteger patrimonio, ahorro y capital. En otras palabras, Bitcóin es libertad.
LUIS CHRISTIAN RIVAS SALAZAR
Abogado y representante del Instituto Libertad, Capitalismo y Empresa – ILCE
*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21