HUGO BALDERRAMA
Santa Cruz se ha convertido en el motor económico de Bolivia. Según datos preliminares del INE al 2018, aproximadamente, 3 millones de bolivianos viven allí. Es decir, que un 30% de la población boliviana ha nacido o ha migrado a ese departamento. Sebastián Crespo Postigo, analista financiero y líder cívico cruceño, en un artículo titulado: Economía y sociedad cruceña, expresa lo siguiente:
“Nuestros próceres tuvieron claro que las sociedades basadas en la colaboración evolucionan más rápido, respetando el proyecto de vida de cada individuo sin imponer la colectividad por encima de este. Estos mismos lucharon contra el centralismo y no esperaron que este nos dé algo de los recursos que nos pertenecen, construyeron la base de la sociedad cruceña y su economía, dejando sólidamente que la solidaridad y la coordinación son el mejor medio para conseguir la prosperidad y el progreso. Santa Cruz es sinónimo de esperanza y de unidad de todos los bolivianos”.
Lo cierto es que los cambas, forma coloquial de referirse a los nacidos en Santa Cruz, han hecho suya la cultura del emprendimiento. Fenómeno que se encuentra en la antípoda de los ciudadanos de La Paz, donde es motivo de orgullo trabajar para alguna institución del Estado.
Ese mismo deseo de vivir en paz, armonía, colaboración social y, especialmente, en libertad han convertido a Santa Cruz en un bastión de resistencia contra el proyecto totalitario del Movimiento Al Socialismo (MAS).
Desde el 2006, año que Evo Morales y sus bandoleros secuestran Bolivia, el MAS ha intentado dominar Santa Cruz. Por ejemplo, en abril del año 2009, el cocalero, en presencia de Raúl Castro y Hugo Chávez, confesó haber ordenado una operación para desmantelar una cédula «terrorista» internacional que operaba en esa ciudad. Sin embargo, una década después, la CIDH demostró que se trató de una ejecución extrajudicial ordenada por el propio Morales.
El caso era tan insostenible que Alfredo Rada, en ese entonces Ministro de Gobierno, mostró las fotografías de un grupo de jóvenes practicando airsoft como «pruebas» de la presencia de grupos terroristas en Santa Cruz. No obstante, sirvió para que Zvonko Matkovic ―actual presidente de La Asamblea Departamental de Santa Cruz― pase más de ocho años en prisión preventiva sin contar con una sentencia. Toda esa jugarreta no tenía otro objetivo que desmantelar a la dirigencia cívica cruceña.
El 28 de diciembre del 2022, en un nuevo intento de dominar Santa Cruz, se tuvo conocimiento de que el gobernador cruceño, Luis Fernando Camacho, fue interceptado por personal policial fuertemente armado. Se justificó el accionar en base al «golpe de Estado del 2019». Es decir, Camacho fue secuestrado y, posteriormente, detenido por algo que no sucedió, pues los bolivianos sabemos que el 2019 hubo fraude.
La ciudadanía cruceña salió a las calles protestando contra el abuso del gobierno de Luis Arce Catacora. La respuesta fue brutal, se enviaron más de 1500 policías para reprimir a los manifestantes. Hasta el momento se registran más de cincuenta detenidos, varios edificios incendiados y treinta vehículos destrozados. El centro cruceño está convertido en una zona de guerra.
El Comité Pro Santa Cruz, como respuesta a los ataques de la dictadura boliviana, ha decidido empezar el camino de la Rebelión Fiscal. Una medida que busca mantener los recursos de los cruceños en la propia Santa Cruz. Ya son varios sectores que van sumando su apoyo, pues han entendido que los impuestos son uno de los mecanismos que usa el MAS para sostener su parasitario sistema.
A modo de cierre, siempre que se habla de Bolivia, se piensa en las divisiones entre Occidente y Oriente. También resaltan las facciones físicas, más indoamericanas en un lado, más blancoides, en el otro. Ni que decir de los acentos. Pero hoy, tristemente, ya no quedan dudas que la principal división es entre ciudadanía y crimen organizado.
¡Fuerza Santa Cruz!
HUGO BALDERRAMA FERRUFINO
Economista, Master en Administración de Empresas y PhD. en Economía
*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21