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El arzobispo Emérito de Santa Cruz, monseñor Sergio Gualberti, en su homilía de Navidad, afirmó este domingo que es urgente para Bolivia renovar un nuevo compromiso por la paz para convertirnos en operadores del perdón, de la reconciliación y del amor.
Dijo que el nacimiento del Niño Dios nos ayuda a no claudicar y a renovar nuestro compromiso para no atentar contra la vida de las personas y contra la naturaleza, y, al contrario, construir un mundo justo y solidario ya que todos somos hijos de Dios.
Afirmó que como “respuesta agradecida a Dios padre por el regalo de su hijo, debemos comprometernos a derribar toda barrera física y moral, dejando de lado resentimientos, rencores, intolerancias e intereses personales; superar prejuicios, divisiones y trabajar juntos por el bien común de todos”.
“Este compromiso es urgente nuevamente en nuestro país, a menudo sufrido en enfrentamientos y la convulsión; compromiso que se concreta en la práctica de la no violencia, en superar las divisiones y conflictos y dejar de lado provocaciones y amenazas de toda clase”, manifestó en su mensaje.
Agregó que Bolivia será de verdad una casa para todos, si las energías y medios que se gastan en las luchas y enfrentamientos entre unos y otros, se los empleara para sacar de la pobreza a tantos hermanos y hermanas, para responder a las necesidades básicas de todos los habitantes y para cuidar de los bienes de la creación amenazados por la explotación de bienes no renovables, por la destrucción de los bosques, por la contaminación del agua y del aire.
“Que el Príncipe de Paz en esta Santa Navidad, traiga dicha, esperanza y paz a todo el pueblo de Dios que peregrina en esta tierra bendita. En particular que el Niño Dios haga sentir el calor y el amor a los niños huérfanos y de la calle, a las personas solas y abandonadas, a los enfermos, a los ancianos, a los privados de libertad y a los migrantes que están lejos de su patria”, exhortó Gualberti.
Pidió a los católicos a no tener miedo porque la buena noticia y la gran alegría es que hoy ha nacido el Mesías, ante quien pobres y ricos se arrodillan para adorar al Niño Dios que se hizo carne entre nosotros y se quedó para hacerse nuestro Salvador.
//FUENTE: ERBOL//