IGNACIO VERA
Soy un convencido de que en la historia de este mundo muchas más cosas buenas hicieron los pensadores que los políticos. No solo ya en el campo de las ideas, sino además en el de la práctica y acción. Alcides Arguedas, por ejemplo, quizás el pensador más despreciado y olvidado junto a Gabriel René-Moreno. Aquel hombre de letras paceño, pues, según cuenta él mismo en sus memorias, dedicó varias horas de su vida a plantar cientos de miles de eucaliptos en su propiedad ubicada en el noroeste de La Paz. Y esa mancha verduzca que desde la hoyada todos podemos ver, es lo que hoy conocemos como el bosquecillo de Pura Pura, el pulmón de la sede de gobierno. Sin ese oasis de plantas situado en medio de un desierto de ladrillos y cemento, el aire de la ciudad sería seguramente mucho más gris de lo que usualmente es. Pero, pueblo ingrato y sin memoria, nadie recuerda ni, mucho menos, valora la labor de Arguedas, ni siquiera del Arguedas amante de los árboles y la naturaleza…
La política de hoy está muy degradada. Pero la labor de autoridades como Iván Arias y el hijo del Mallku es sencillamente deplorable. Son ceros a la izquierda que, por lo que se ve, se dedican a hacer solo declaraciones ante la prensa, declaraciones que no cambian la realidad que vivimos los paceños. A esa falta de ideas e iniciativas, se ha sumado el conflicto por el censo, el cual, si bien es un pedido legítimo y necesario para las regiones del oriente y el sur, ha dejado de lado problemas que debieran ser prioritarios, como la escasez de agua.
A diferencia de las áreas tropicales, La Paz no “atrae” lluvias por su tierra árida y la carencia de árboles. A esa situación hay que añadir la afección que tradicionalmente las autoridades ediles parecen tenerle al cemento y la indiferencia de los habitantes de la urbe respecto a la importancia que las áreas verdes tienen para los ciclos fluviales, la estética de la ciudad y la misma salud de sus habitantes. Ahora bien, sabemos que el cuidado y mantenimiento de las áreas verdes requiere más inversión que el barrido de una plaza con piso de cemento, empero, las autoridades electas tienen justamente el deber de pensar políticas públicas responsables y visionarias, y una de estas sería la arborización de las áreas que están bajo tuición del Gobierno Municipal y la Gobernación. Sabemos también que la ciudad de La Paz se hace cada vez más complicada por la falta de espacio, sin embargo, muchas plazas y los principales parques podrían ser arborizados, con el fin de tener una ciudad con un poco más de verde (o con un poco menos de gris, como se quiera) de aquí a unos diez o quince años.
Sin embargo, parece que pedir la ejecución de este tipo de políticas a autoridades como las que hoy tiene La Paz sería pedir peras al olmo, porque lo más probable es que sigan hundidas en el lodo de la farándula en el que hoy están. Es por eso que, recordando lo que hizo Arguedas hace más de un siglo, apelo a la conciencia de los ciudadanos. Empresarios privados, intelectuales, profesionales liberales en general, deberíamos tomar las riendas del asunto y pensar y ejecutar iniciativas que promuevan no solamente la arborización y el cuidado de las áreas verdes, sino ahora también el uso moderado y responsable del agua, so pena de sufrir sequías como la de fines de 2016. En este sentido, siempre pensé que una medida muy eficiente sería poner en manos de empresas privadas la administración de algunos recursos naturales (como el agua y algunos bosquecillos), pues ellas los cuidarían mejor que el Estado depredador e irresponsable. En tiempos de escasez, por ejemplo, subirían el precio del agua y por consecuencia la gente ya no la malgastaría. Por lo pronto, lo que podemos hacer es promover campañas para utilizarla de manera moderada y razonable.
El cuidado de este mundo finito y limitado, en el cual ya vivimos más de 8 billones de personas, debe ser la prioridad tanto de autoridades políticas cuanto de profesionales liberales. A ello puede sumarse el buen periodismo, publicando reportajes sobre la degradación de los ecosistemas en Bolivia, concienciando a la ciudadanía sobre la importancia de las áreas verdes y el uso moderado del agua o simplemente callando las noticias politiqueras intrascendentes que últimamente tanto llenan los tabloides.
El agua y los árboles son dones preciosos con que la naturaleza ha bendecido al hombre. Creo que todavía estamos a tiempo de hacer algo bueno por cuidarlos.
IGNACIO VERA DE RADA
Politólogo y docente universitario
*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21