GINO UREY

Estas líneas van motivadas por la más genuina lealtad a lo que pienso a mi libertad de decir y decidir. Hace más de un año que los ciudadanos asistimos al penoso espectáculo de una guerra de falsa bandera: El Censo.

Al principio, desde estamentos gubernamentales se insistía con la posibilidad, necesidad y factibilidad de realizarlo a la brevedad y luego, milagrosamente, cambiaron la versión (seguramente se dieron cuenta algo tarde, que el fraude geográfico poblacional electoral se les iba a caer) y abracadabra, el Censo se tornó imposible de realizar, argumentos técnicos créanme sobran (empezando por que muchas regiones aun no solucionan sus disputas limítrofes).

Pero ya se había insertado en la reducida mente de nuestra tetrapléjica (políticamente hablando) clase política que el Censo sería el mejor argumento para hacer oposición a falta de mejor iniciativa en el legislativo (como si no, sobraran motivos para enjuiciar a medio Estado).

Primera mentira del discurso censal: El Censo como tal no da por arte de magia dineros directamente a los habitantes. Inocentes hermanos de oriente y occidente, el Censo produce parámetros para redistribuir recursos entre las regiones en función a su peso poblacional. Pero he ahí la primera trampa: esos recursos no llegan a la billetera del ciudadano, le llegan al político de turno, sea alcalde o gobernador.

¿Sinceramente, cuántos de los políticos que conocen administraron bien sus recursos (salvo honrosas excepciones)?, ¿Cuántos ejecutaron obras que ustedes recuerden? Estoy seguro que muy pocos pues el dinero del pueblo lastimosamente le llega al que cree que con sus compadres de partido es el dueño de la institución donde ejerce poder.

Segunda mentira del discurso censal: El Censo, cándidos feligreses de la iglesia estadística, no dará ni quitará verdadera representación política a las regiones. Y no lo hará, no por la cantidad de diputados que se vayan a sumar y a restar, sino porque la masa de inútiles levantamanos que tiene nuestro país no sirve para nada.

¿A cuántos cruceños les mejoró la vida tener algún diputado más desde el último Censo? (A ninguno, excepto a los vagos que fueron a pasear al Parlamento) ¿A cuántos chuquisaqueños les cambiará la vida tener un inútil más o uno menos de los que están en La Paz negociando con el centralismo (salvo alguna honrosa excepción)?

El Censo no dará calidad de representación política simplemente porque más puede una sola voz valiente desde fuera del Legislativo que guie a la gente, que ciento y tantos borregos que siguen al caudillo de turno, esa es la verdadera representación política.

Tercera falacia censal: El censo cambiará el escenario electoral, y en esta mentira no sé si los supuestos líderes nos creen perfectos idiotas, pues ¿desde cuándo el MAS y sus instituciones sean las que sean dan datos reales o que no les convengan? ¿acaso no nos cansamos de gritar fraude, fraude?, ¿acaso confiamos en quienes hacen recuento de votos por parte del gobierno?

Cuidadito y aparezca que San Julián tiene más población que Manhattan, el Censo servirá para diseñarle un nuevo mapa político, un nuevo escenario en el cual el poder de turno con sus levantamanos, los fanáticos de Daddy Yankee y los falsificadores de licencias de la oposición armarán nuevas distribuciones de escaños amañadas y aprobadas mientras haya alguna fiesta patronal, para que la otra mafia electoral haga su trabajito sucio en las urnas y en la transmisión de datos.

No señores, yo no creo en el INE y menos en el TSE, pues ambas instituciones corruptas han hecho de la estadística y la democracia una farsa.

Aún así nuestro pueblo cree que pelear este Censo mafioso que sólo beneficia a los políticos es pelear por la democracia y un cambio, y no los culpo. Cuando nos miramos en el espejo nos vemos huérfanos de liderazgo y banderas, y por eso muchos abrazan incluso falsas banderas.

A pesar de todo ello estaré en el cabildo, a pesar de no creer en ninguna de estas mentiras y manipulaciones, no lo haré por ningún liderazgo, lo hare por Bolivia, lo hare por Chuquisaca lo hare por agradecimiento a Santa Cruz, porque para mí no existe nada más importante que quienes detentan el poder, sepan que hay un pueblo al que no le roban la esperanza, y que aun con falsas banderas está dispuesto a pararse y luchar.

GINO L. UREY G.

Historiador, Vicepresidente de la CAINCO Chuquisaca.

*NdE: Los textos reproducidos en este espacio de opinión son de absoluta responsabilidad de sus autores y no comprometen la línea editorial Liberal y Conservadora de VISOR21