La covid pudo más. La ciudadanía potosina, en general, y la comunidad franciscana, en particular, se estremecen este 8 de febrero con la noticia del fallecimiento del padre Eugenio Natalini Magnani.
Los galenos confirmaron el fallecimiento del sacerdote. Se confirmó que falleció a causa de las complicaciones en su estado de salud, pese a que se ha hecho todo lo posible para poder salvar la vida del padre, informó el subdirector de la Caja Nacional de Salud, Edson López Álvarez.
El 27 de enero se confirmó que el sacerdote había sido internado tras haber dado positivo a coronavirus.
Se espera un comunicado oficial en las próximas horas.
Giovanni Eugenio Natalini Magnani nació en Camaggiore, Italia, el 26 de junio de 1934. Él contó que de esa región salieron muchos sacerdotes y eso le inspiró para ponerse al servicio de Cristo. Quería predicar lo más lejos posible y eso le llevó a pensar en China, pero la revolución de Mao Tse-Tung, que dio lugar a la expulsión de sacerdotes, hizo que deseche la idea. Su tío, el astrónomo Fernando Cerú, otro célebre franciscano, que había estado de misión en Potosí, le habló de la ciudad y fue el inicio de una larga historia de amor mutuo.
Tenía 28 años cuando salió de Italia rumbo a Bolivia. Llegó primero a Camiri, pero su mente estaba en Potosí, la enigmática Villa Imperial enclavada entre los picos de la Cordillera de los Andes y desde donde su tío Fernando Cerú escudriñaba las estrellas, parado en las cúpulas del monasterio franciscano.
Pero Eugenio Natalini no solo encontró a las Escuelas de Cristo sino una vasta obra franciscana en el terreno de la educación. Estaba también el colegio y, funcionando dentro de este, grupos de boy scouts. Participó en todo, y no solo como el sacerdote guía, sino uno más del grupo.
La comunidad potosina lo había recibido con un cariño que él supo retribuir por décadas. Fue director del Colegio Católico Particular Franciscano, creador del movimiento de Cursillos de Cristiandad y, cuando fue necesario, se puso el traje de negrito y salió a bailar a las calles de Potosí en las entradas folklóricas de Ch’utillos.
Se sumó a la potosinidad y bebió tanto de ella que se convirtió en uno más.
//FUENTE: EL POTOSÍ//