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En las últimas semanas, el sector productivo del país indicó que tiene problemas con los alimentos para sus animales y como una solución a la escasez y altos precios del maíz se proponía que se permita la importación legal de semillas genéticamente modificadas, es decir, de maíz transgénico.
Ante esta realidad y esta petición del sector agropecuario de Bolivia, la Plataforma Bolivia Libre de Transgénicos levanta la voz y les pide que no cometan el error de otros países que vienen usando esa tecnología y que ahora la están descartando por el daño que le hicieron al medio ambiente.
Rolando Morales, gerente de la Cámara Agropecuaria de Cochabamba y vicepresidente de la Confederación Agropecuaria Nacional, indicó a Opinión que, ante el desabastecimiento del grano de maíz, debido al cambio climático, y las pérdidas que reflejan el sector de los agropecuarios le pidieron al Gobierno les deje importar semilla genéticamente modificada.
“Es una semilla resistente al clima, al frío, al calor, resistente a todo tipo de plagas y, además, sus rendimientos en hectáreas son mayores. La semilla tradicional nativa boliviana, por cada hectárea, produce 2.8 toneladas; una semilla genéticamente modificada, en la Argentina, por ejemplo, está produciendo 8.5 toneladas por hectárea”, explicó, lo que la haría más conveniente para tener mayor cantidad de alimento para los cerdos, vacas y pollos, que son los que se alimentan de estos granos.
En contraparte, la representante de la plataforma Bolivia Libre de Transgénicos, María Lohman, manifestó a Opinión que estos datos no son del todo ciertos y que habría que analizarlo, ya que hay países como Ucrania y Rusia, que son los mayores productores de granos del mundo, y no usan semilla transgénica y producen más que Argentina y Brasil que sí la utilizan.
“Entonces empezaremos a pensar que, si realmente el uso de un elemento que influye sobre el crecimiento de una planta es suficiente, cuando se tiene otros factores como el agua, como el suelo, el medio ambiente, los nutrientes en el suelo que también influyen. Hay muchos estudios que indican que no hay mayor rendimiento, lo que sí hay es mayor ganancia para el que produce”, indicó, haciendo referencia a que lo que los grandes productores quieren solo mejorar su economía y no el de los medianos y pequeños productores.
Morales indicó que en Latinoamérica el único país que no emplea semilla genéticamente modificada es Bolivia, pero sí consume alimentos elaborados a través de alimentos genéticamente modificados.
“No podemos ponernos una venda, es claro que Bolivia consume productos genéticamente modificados hace muchos años, acaso en el país no comemos galletas argentinas, brasileras, chocolates de otra producción, el mundo entero trabaja con semilla genéticamente modificada”, advirtió, por lo que cree que es importante que el Comité de Biotecnología compuesto por el Gobierno, universidades y medioambientalistas deban hacer caso de las cartas que el sector mandó y que el país ingrese en modernidad.
Lohman, está de acuerdo en que se deba abrir un debate respecto al uso o no de los transgénicos y aclaró que ellos no están en desacuerdo con la biotecnología siempre y cuando no destruya el medioambiente, sí están en desacuerdo con algunas líneas de esta biotecnología como la de modificar genéticamente las semillas.
Uno de los problemas que presenta el empleo de estas semillas es que destruye los nutrientes de la tierra, y causan problemas de salud a la población que la consume.
A pesar de la subvención de maíz que hace la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (EMAPA) a los agropecuarios les sigue saliendo caro el alimento, por esto prefieren tener un excedente en 2023 si se les permite usar los Organismos Genéticamente Modificados (OGM).
Pero, para Bolivia Libre de Transgénicos, dejar que eso pase sería atentan contra el Decreto Supremo (D.S.) 4490 de abril de 2021 que prohíbe “evaluaciones abreviadas de OGMs y la zonificación del maíz transgénico”, según el documento que emitió la plataforma.
También denuncian que existe un contrabando de maíz modificado desde Argentina y que EMAPA es el que lo distribuye. “Lo más llamativo no es la denuncia de que EMAPA almacena y comercializa maíz transgénico; sino el hecho de que quienes ‘denuncian’ son los productores del Norte Integrado (ANAPO y CAPPO), el agronegocio, quienes son precisa y casualmente, los más interesados en que se legalicen y liberen los Transgénicos en Bolivia”, dice su documento.
La Cámara Agropecuaria de Cochabamba, dice desconocer si se comercializa o no el maíz genéticamente modificado en el mercado ilegal, ya que es difícil distinguirlo.
Mientras la plataforma busca, a través de sus comunicados y cartas sin respuesta del Gobierno, que se abroguen algunos decretos y puedan acceder a la información, los agropecuarios del país tienen prevista una reunión en Cochabamba para definir esta temática e insistir en que se legalice la importación del maíz.
//FUENTE: DIARIO OPINIÓN//