El hombre detrás del triunfo electoral que cambió el destino de Brasil y la región falleció a los 74 años el pasado lunes. Olavo de Carvalho fue el filósofo que preparó el terreno en la cultura para la cosecha electoral de Jair Bolsonaro.
Dejó a su viuda Roxane Andrade de Souza, ocho hijos y 18 nietos, así como una gran inspiración en la derecha del continente y su legado compilado en más de una docena de libros de su autoría.
«El comunismo no es un gran ideal que se pervirtió. Es una perversión que se vendió como un gran ideal», fue la frase más icónica del hombre que vio a su país natal convertido en la sede de la reorganización del socialismo internacional tras la caída del Muro de Berlín: el Foro de Sao Paulo.
En vida logró ver debilitado al socialismo en su país con el triunfo de Jair Bolsonaro, pero reemplazado en México por el Grupo de Puebla, ahora hogar de la Internacional Progresista.
Olavo se convirtió en el filósofo estandarte de la derecha, no solo por sus logros como académico sino por su historia personal. Pues en su juventud fue marxista por un breve tiempo, pero en su madurez se dedicó a combatir el socialismo y la izquierda en general.
De la «interseccionalidad» a la política de plantación
Si hay algo que incomoda a la izquierda es la superación personal, ya que quiebra el relato de la «traición de clase» que impide a las personas salir adelante y las encamina hacia un odio exacerbado, en lugar de la reconciliación y unidad como sociedad.
Y esa, aunque pocos la vean y comprendan, es la gran diferencia entre ambas corrientes políticas. Mientras la izquierda pregona la lucha de clases, entre ricos y pobres, proletarios y burgueses; la derecha, en particular de variante popular como la pregona Bolsonaro, promueve la movilidad social. No solo la oportunidad de salir adelante en lo económico sino el crecimiento personal en sí.
La base fundamental es el determinismo que deriva del darwinismo social. Condena de antemano a la persona de acuerdo no solo con su origen socioeconómico sino incluso con su composición genética, dando lugar al indigenismo en Sudamérica y movimientos como Black Lives Matter en Estados Unidos. Pues la nueva izquierda fomenta la «interseccionalidad» que lleva la lucha de clases a la guerra entre sexos y pasa por el plano étnico, lo que en Brasil produjo el negralismo, feminismo para negras.
Esta mentalidad produjo en EE. UU. –país donde Olavo vivió sus últimos años– lo que se conoce como políticas de plantación, donde la izquierda convierte al Estado en el amo y a su votante leal (en este caso la población negra), en esclavo. De esta manera, paulatinamente, el Estado suplanta el rol del padre de familia como protector y proveedor, vaciando los hogares de la figura paterna. En lugar de fortalecer a las comunidades, las vuelve dependientes.
Brasil vivió una situación similar respecto a los votantes cautivos, seducidos por el sentimentalismo del Partido de los Trabajadores, encabezado por Luis Inácio Lula Da Silva, posicionado por Fidel Castro y anfitrión del Foro de Sao Paulo.
El filósofo de la esperanza
Pero gracias a la labor de Olavo de Carvalho se revirtió el fenómeno. Precisamente porque se abogó por la esperanza, por la dignidad de la persona, por el fortalecimiento de la familia y, por ende, por la no dependencia del Estado, sobre todo cuando este está supeditado a intereses internacionalistas que quiebran la soberanía de la nación.
Y en las calles se han evidenciado los resultados. Millones de brasileños se expresaron el año pasado en para enfrentar al Supremo Tribunal Federal (STF), de mayoría izquierdista, por encerrar a sus ciudadanos y privarles de sus libertades fundamentales en el marco de la pandemia. Los manifestantes respaldaron a su presidente que defendió la libertad. Tanto que lograron convertir a un día históricamente comunista, el 1 de mayo, en el día de la libertad de trabajar en lugar del «derecho al trabajo».
En los últimos días de su vida, Olavo de Carvalho se alejó de Bolsonaro, no por una cuestión ideológico sino porque le reprochaba no ser aún más firme contra sus enemigos, en vista de que en el STF han intentado removerlo del poder, impedir su reelección y limitar las libertades civiles de sus ciudadanos.
Por ello su muerte no representa un golpe para Bolsonaro de cara a la reelección sino más bien se convierte en inspiración, puesto que Olavo marcó el camino para la lucha política contra la izquierda.
Escrito por Mamela Fiallo
Tomado de PANAM POST